Dice la máxima que vale más una imagen que mil palabras. Es lo que le pasó hace unos días al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. En plena escalada de enfrentamiento con el Estado, y en el primer encuentro que tiene con un miembro del gobierno español, saltó la foto más desafortunada. Puigdemont asistía a la 55a edición del Salón Náutico Internacional de Barcelona.
El ministro de Fomento y Justicia en funciones, Rafael Català, también estaba. Tanto uno como el otro explicaron que aprovecharon el encuentro para hacerse reproches y echarse en cara el referéndum y la actitud que se tiene desde el Estado ante la cuestión catalana. Después de filtrarse -oportunamente- la conversación y la tensión que mantuvieron al respecto durante la comida que compartieron, el propio departamento de prensa de Presidencia envió a la prensa una fotografía que, cuando menos, podía tener interpretaciones diversas.
En la imagen se veía el presidente de la Generalitat junto al ministro con la mano en forma de falsa pistola. Los que saben como acostumbra a expresarse Puigdemont saben que, seguramente, solo contaba con los dedos. Pero en la imagen, vista fríamente, parecía una amenaza.
