Los votos en blanco de Convergència, el PNV y ERC han facilitado que los candidatos promovidos por el pacto de PP y C’s controlen la presidencia y la Mesa del Congreso de los Diputados. En caso de haberlo deseado, ambas fuerzas independentistas catalanas podrían haber hecho presidente de la cámara al socialista Patxi López, pero los convergentes han tirado por la vía pragmática, envainándose el proceso y ayudando a las fuerzas que más se oponen al independentismo.
Como contraprestación, el PP se habría comprometido, por un lado, a rebajar la petición de la Fiscalía en el caso del 9N (ya ha sucedido), y por otro, a facilitarles tener grupo parlamentario en el Congreso, algo que con los resultados del 26-J y con el reglamento de la cámara en la mano no es posible ahora mismo.
Los convergentes, por lo tanto, han vendido su apoyo en forma de voto en blanco a cambio de una expectativa de modificación del reglamento del Congreso de los Diputados, sobre la que tendrá mucho que decir Ciudadanos -también el PSOE-, ya que el PP se encuentra en minoría y tendrá que pactarlo todo.
Si finalmente los convergentes logran un grupo parlamentario, eso sí, percibirán durante el primer año más de 1,5 millones de euros por subvención por elector y por pagos de asesores y de mantenimiento del grupo. Cada uno de los años próximos recibirían 350.000 euros.
