La fiesta de la democracia

La noche electoral me fui a la cama compungida. De entrada, porque más de seis millones de españoles han vuelto a votar PP a pesar de los escándalos de corrupción, los recortes sociales y el desprecio con que Rajoy ha gobernado estos cuatro años que a mí se me han hecho eternos. Después, porque el escenario postelectoral es casi apocalíptico: no salen las cuentas a nadie a no ser que se hagan múltiples pactos contra natura y contando con el demonio nacionalista vasco y catalán. Y en medio de esta fiesta de la democracia que ha barrido al eterno ministrable Duran, unos cuantos no han tardado ni cinco minutos a reclamar un gran acuerdo PP-PSOE. Para temblar.

Al día siguiente veo las cosas con otros ojos. Después de días de niebla, hoy luce el sol con unas temperaturas que nos harán celebrar la Navidad en bañador como si fuéramos argentinos. El escenario político apocalíptico del domingo por la noche es ahora la expresión de la pluralidad de una sociedad que intentar romper el corsé del bipartidismo, nacido a la sombra de una Transición heredada del franquismo y que fue cualquier cosa menos modélica. En Catalunya y Euskadi la gente ha votado al revés de España, cosa que me hace sentir orgullosa una vez más de las periferias, siempre tan modernas y avanzadas.

¿Y qué decir de Rivera? Ciudadanos, la gran esperanza blanca de la derecha moderna sin olor a naftalina, la formación catalana que nos tenía que liberar de la injusticia del concierto económico y de la antidemocrática ley contra la violencia de género se ha quedado por detrás de Podemos, que finalmente ha visto la luz gracias a grandes mujeres como Ada Colau y Mònica Oltra, y ahora va de plurinacional. Qué gran humillación para el chico de la Barceloneta que ya se veía presidiendo España y enviando la Legión a Barcelona haber sacado menos diputados que el Iglesias de larga cabellera venezolana.

También pensaba que en este escabeche que será el Congreso de los Diputados habíamos perdido definitivamente al líder de Unió, pero parece que tampoco está claro y tendremos que esperar acontecimientos. Entiendo que después de 33 años calentando el escaño y desayunando cada mañana en la suite del Hotel Palace, debe de ser duro tener que llamar a unos cuantos despachos para cobrarte los favores con un buen cargo y un sueldo de infarto para la mayoría de los mortales. De todas formas, todavía debe de ser peor para Duran que al día siguiente del 20-D prácticamente nadie se acuerde de él.

Sobre ERC, no me queda más que felicitar a los republicanos por haber obtenido los mejores resultados de su historia en Madrid. Dicho así suena un poco extraño, francamente, porque son un partido independentista, pero deben de ser cosas de la nueva política. Yo, por si acaso, ya he puesto una vela a Santa Rita para que proteja el tupé de Rufián de la contaminación madrileña, de los típicos comentarios de los taxistas contra los catalanes y de los diputados con navaja afilada que se esconden en los pasillos de la cámara baja.

A la espera de que los republicanos expliquen cómo lo harán para hacer entendible un proceso soberanista que nunca se ha entendido en España, veo que vuelven a salir al rescate de la moribunda Convergència, a la que ni cambiar de nombre ni desembarazarse del jesuítico Homs le ha servido para evitar el desastre de perder la mitad de los diputados. Se plantean hacer un grupo propio en el Congreso para tener más fuerza. No les puedo criticar por cándidos, pero sí que agradezco que finalmente hayan visto que separados suman más que juntos. Sólo falta que ERC admita que sin Mas igual podría estar ahora pilotando Cataluña hacia el infinito y más allá, lejos de los temibles pactos entre socialistas y populares.

(Visited 19 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario