Vicent Sanchis, Francesc Marc Álvaro, Manuel Cuyàs, Pilar Rahola, Agustí Colomines, Antoni Bassas, Jordi Barbeta y tantos otros periodistas y tertulianos colocados por Convergència en los medios de comunicación -subvencionados generosamente por el Gobierno- se han hartado estos días de presionar mediáticamente a los representantes de la CUP porque invistan a Artur Mas como presidente de la Generalitat.
Anna Gabriel, número dos de la lista cupaire en el Parlament, ha intervenido, o se ha sometido, este este jueves por la noche, al ametrallamiento de acusaciones de la corte convergente en la televisión del Conde de Godó. Y pocas horas después, el viernes por la mañana, Gabriel ha repetido experiencia ante los micrófonos de Catalunya Ràdio.
Las redes sociales, termómetro que mide el estado de ánimo social, hierven estos días con las acusaciones de aquellos que la red denomina ‘Camamilla Party’ (‘Manzanilla Party’), en alusión al conservadurismo norteamericano del ‘Tea Party’. Las mismas redes han impulsado la etiqueta #PressingCUP.
Piden que la CUP invista a Mas y rechazan cualquier otra alternativa. Más allá de los insultos, algunos de ellos han llegado a comparar a la CUP con Franco o con el neofalangismo.
Los diez diputados de la CUP se han ganado el derecho a decidir. Han repetido durante toda la campaña que no investirán a nadie que la gente relacione con la corrupción y con los recortes, y proponen un Ejecutivo coral que pilote el proceso, más allá de personalismos presidencialistas.
En breve se sabrá si el #PressingCUP del ‘Manzanilla Party’ dobla los principios de la izquierda anticapitalista y deja en papel mojado las declaraciones de los futuros diputados cupaires.
