Patrimonio modernista vendido a precio de saldo

La venta la Casa Burés por debajo del precio de compra para hacer pisos de lujo es un ejemplo de la mala gestión que la Generalitat hace de sus inmuebles
Títol de la imatge
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El goteo de patrimonio inmobiliario malvendido por parte de la Generalitat de Catalunya parece no tener fin. Uno de los últimos damnificados de la peculiar política de privatizaciones llevada a cabo por el consejero de Economía, Andreu Mas-Colell, en Barcelona ha sido la Casa Burés. Esta regia finca modernista, situada en el chaflán de las calles Girona y Ausiàs March y abandonada desde el año 2005, se ha acabado vendiendo a un fondo inmobiliario internacional por un precio inferior al de compra que supera los siete millones de euros con el objetivo de transformarla en 29 apartamentos de lujo.

Cúmulo de despropósitos
La operación de venta de la Casa Burés, cerrada a finales del año pasado, es la guinda de un cúmulo de despropósitos protagonizados primero por el Ayuntamiento de Barcelona y después por la Generalitat de Catalunya. En 2007 el entonces alcalde Jordi Hereu impidió que la inmobiliaria Landscape, en manos del Banco Sabadell, vendiera el edificio para hacer un hotel de cinco estrellas. El consistorio, ejerciendo su derecho de tanteo y retracto, y preocupado porque la mayoría del patrimonio arquitectónico modernista de la ciudad estaba acabando en manos privadas, compró la finca por 26 millones de euros con la idea de convertirla en un centro de interpretación del Modernismo y en el Museo de Arquitectura.

Proyecte fracasado
Este proyecto cultural nunca se llevó a cabo y dos años después el Ayuntamiento vendió la Casa Buré a la Generalitat, entonces en manos del gobierno tripartito de José Montilla, por el mismo importe de compra con la intención inicial de convertirla en oficinas de la consejería de Economía. La operación tenía todos los números de acabar mal. La descomunal inversión que hacía falta para convertir el edificio en unas dependencias administrativas paralizó el proyecto. Tampoco era viable por el elevado coste que suponía transformar la finca en un equipamiento como pedían desde hacía años las entidades vecinales para compensar la falta histórica de equipamientos al barrio. Al final, la incompetencia y la poca imaginación política acabaron condenando la Casa Burés, escenario de películas como Darkness, del director Jaume Balagueró, al olvido.

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