Unió Democràtica de Catalunya (UDC), el histórico partido democristiano fundado en 1931, se juega este próximo 27-S su ser o no ser. Es la primera vez, desde la II República, que concurre a unas elecciones en solitario y las encuestas publicadas hasta ahora le dan una pobre representación parlamentaria, con un máximo de dos escaños. Si estas magras proyecciones demoscópicas se concretan en las urnas, UDC se podría ver abocada a la desaparición.
Y es que el old party catalán arrastra un gravísimo problema económico, según refleja el último informe del Tribunal de Cuentas, referido al ejercicio de 2013. Del análisis de la contabilidad presentada por UDC se desprende que el partido tenía, a finales de aquel año, un fortísimo endeudamiento bancario de 17.164.394,67 euros, además de deudas con proveedores de 1.322.124,36 euros y cuotas atrasadas a la Seguridad Social de 428.771 euros.
Una ‘pelota’ de 20 millones
La situación financiera del partido de Josep Antoni Duran Lleida es catastrófica y a eso hay que añadir la parte alícuota de los préstamos bancarios que, por valor de 9 millones de euros, tiene pendientes de pagar la antigua federación de Convergència i Unió.
Aplicando la tradicional cuota de representación del 25%, a UDC le correspondería hacerse cargo de la amortización de 2,25 millones de euros más. En resumidas cuentas, el partido democristiano arrastra una «pelota» financiera de más de 20 millones de euros y, en estas pésimas condiciones, afronta una campaña electoral decisiva que también requiere un fuerte esfuerzo económico para tener unas mínimas garantías de éxito. ¿Cómo se las apañará Josep Sánchez Llibre, el director de campaña y «mago» de las finanzas de UDC, para conseguir los recursos que necesita de manera perentoria?
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