¡Me han robado la Diada!

Desde el año 1976 y hasta el año 2012 no me había perdido ninguna celebración de la Diada Nacional de Catalunya. En total, ¡36 años acudiendo a los actos y manifestaciones del Onze de Setembre! En cambio, no fui a la cadena humana del 2013 ni a la V del 2014 y este año tampoco iré a la Via Lliure. Creo, modestamente, que no soy un caso único. Conozco a muchos amigos/amigas que han hecho exactamente lo mismo.

Respeto, por tolerancia y convicción, la libertad de expresión sin límites y, en consecuencia, defiendo el derecho de quienes promueven la secesión de Catalunya. Pero les tengo que decir que son poco inteligentes. Admiro su tenacidad, su capacidad de organización y la habilidad para «secuestrar», movidos por sus intereses políticos y económicos, la Diada de estos tres últimos años. Ahora bien, con esta estrategia «monopolista» han conseguido que miles de catalanes hayamos dejado de considerar el Onze de Setembre como una fiesta unitaria de la catalanidad, donde cabíamos todos, y por eso he dejado de participar.

Dividir la sociedad catalana entre independentistas y no independentistas es un error de manual, porque es simplista y falaz. Por ejemplo, yo no me considero un «unionista» –en el lenguaje de los soberanistas- y tampoco me considero un independentista. Poner a la gente en esta disyuntiva es una manipulación maniquea que, desde mi libertad, me niego a aceptar y que considero intelectualmente miserable. El pensamiento de la humanidad ha evolucionado y, en el contexto de la Unión Europea, la etapa de los estados-nación está felizmente superada y avanzamos, unidos, hacia la integración. ¡Por eso se creó, precisamente, la Unión Europea!

A los independentistas sólo les recomiendo una cosa: que se paseen por los barrios y ciudades de mayoría castellanohablante de Catalunya y que abran los ojos y las orejas. Esta es la realidad –ni buena ni mala- que hay que aceptar e interiorizar. El Onze de Setembre era y tendría que ser la fiesta de todos, no sólo de los independentistas. Hay un sentido de la catalanidad que es aplastantemente mayoritario y que busca el denominador común. Afortunadamente, este «espíritu» unitario lo hemos conocido y disfrutado en varios momentos de nuestra historia reciente: con la Asamblea de Catalunya, con el regreso del presidente Josep Tarradellas y el restablecimiento de la Generalitat, con el Consejo de Fuerzas Políticas, con la mayoría cualificada que apoyó los Estatutos de Autonomía de 1979 y de 2006, con el concepto democrático del derecho a decidir (a decidirlo todo)…

Catalunya ha avanzado y avanzará no con la división traumática independentistas/anti-independentistas, sino con la suma de constitucionalistas, federalistas, confederales e independentistas. La voluntad para reformar y modernizar la Constitución de 1978 es asumida, actualmente, por todo el arco político español, incluso por el PP. Este es un buen punto de partida que tiene que comportar –seamos serios- un punto de encuentro, más temprano que tarde.

La independencia de Catalunya no sucederá. Al menos, en este periodo concreto de nuestra historia. Haría falta que este sentimiento fuera compartido, como mínimo, por las 3/4 partes de la población catalana y esto, por muchas razones, no es así. Dejemos que las dinámicas internas evolucionen y maduren: tal vez, dentro de diez o veinte años, en función de qué pase con el proceso de integración europeo y con la reorganización de las mayorías políticas en el Estado español, habremos llegado entonces a la edad adulta del independentismo y este proyecto impregnará la inmensa mayoría de la sociedad catalana, cosa que ahora no ocurre.

Diez o veinte años no es mucho tiempo. Pensemos que el dictador Francisco Franco murió hace 40 años y que, como decía Alfonso Guerra –en esto tenía razón- a la España de hoy «no la conoce ni la madre que la parió». Pase lo que pase el 27-S, yo lo tengo claro: me gustaría que recuperáramos la vía del catalanismo unitario y que la Diada Nacional del año que viene tenga un perfil donde mis amigos/amigas y yo podamos participar en libertad, con alegría y sin la sensación de ser unos muñecos manipulados por las urgencias judiciales de la «mafia del 3%».

(Visited 32 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario