La Catalunya posible, ahora y aquí

Con la anunciada reactivación de la economía española, el sueño independentista catalán se desvanece.

La visita del presidente Artur Mas a los Estados Unidos, la semana pasada, marca el punto de inflexión a la baja.

El acto estelar, la conferencia organizada por el profesor Xavier Sala-i-Martin en la Universidad de Columbia, fue una pantomima de muy baja categoría, indigna de un presidente de la Generalitat de Catalunya.

Como catalán que quiero lo mejor para mi país y nuestras instituciones de autogobierno, creo que el presidente Artur Mas merece un escenario más potente a la hora de hacer sus comparecencias en público en el extranjero. 

Si el Diplocat y el departamento de Presidencia de la Generalitat no son capaces de encontrar plataformas más prestigiosas, a la altura de nuestra honorabilidad colectiva, es mejor que lo dejen estar.

Veo al presidente Artur Mas desorientado y perdido. Las voces internacionales que le señalan que su huída secesionista hacia adelante es un error son contundentes e irreversibles. 

Ni Europa ni los Estados Unidos quieren abrir la «caja de los truenos» que supone remover las fronteras internas. ¿Córcega también? ¿Y Texas?

No tenemos que caer en la desesperación ni la impotencia.

Al contrario. Creo que todo el camino que se ha hecho se tiene que concretar de una forma positiva para los intereses del conjunto de la sociedad catalana. 

Es la hora de encontrar la síntesis entre independentistas y federalistas.

Catalunya es un país pequeño, muy fácil y agradecido de gobernar si somos capaces de establecer un amplio consenso.

El independentismo «puro» ya ha demostrado que tiene un techo que es imposible de franquear y que es insuficiente para lograr el programa de máximos.

Que el alcalde de Lleida, Àngel Ros, un catalanista sin fisuras, fuera silbado por los asistentes a la asamblea de la ANC es el síntoma del agotamiento del impulso independentista.

Hay un punto de partida y de llegada, de división y de reencuentro: la defensa de la integridad del Estatut del 2006, desfigurado por la sentencia del Tribunal Constitucional del año 2010, después del recurso presentado por el PP.

El Estatut del 2006 fue aprobado por los catalanes en un referéndum legal y aceptado por el Estado. Lo queremos todo entero.

En este mainstream nos podemos encontrar casi todos. También PSC, ICV, UDC, Ciutadans, Podemos...

Los catalanes necesitamos ganar batallas.

En la perspectiva de unas próximas elecciones generales que enterrarán la mayoría absoluta del PP, es factible la organización de un consenso catalán en defensa de la integridad el Estatut del 2006 con garantías de éxito en Madrid.

Hay soluciones jurídicas y políticas razonables y asumibles. 

Paso a paso, haciendo camino. Larga marcha.

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