Más allá de declaraciones y anuncios de medidas por parte del Gobierno de Mariano Rajoy, la lucha contra la corrupción en España flaquea en el día a día por falta de efectivos y de medios, que los poderes del Estado tendrían que facilitar. Lo han denunciado desde la Guardia Civil y desde instancias judiciales.
La Guardia Civil
Asociaciones de la Guardia Civil señalan las pésimas condiciones en las que trabajan los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO), encargados de las investigaciones anticorrupción. La falta de efectivos en plantilla y de recursos, según la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) y la Asociación Pro Guardia Civil (APROGC), aboca a veces a estos investigadores a abandonar líneas de investigación nuevas.
Según estas agrupaciones, el Gobierno de Mariano Rajoy provoca deliberadamente esta debilidad en la lucha por la corrupción.
Los jueces
Asociaciones de jueces, como Jueces para la Democracia, han alertado al Ministerio de Justicia de la sobrecarga de trabajo resultante del incremento de denuncias de corrupción. Piden al Ministerio y al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que faciliten más medios para combatir esta lacra, que está presente, según el mismo CGPJ, con una media de 2,1 casos por tribunal.
Las complejas macrocausas, como las de los Pujol, la trama Gürtel y la de los papeles de Luis Bárcenas, son ya diecisiete en la Audiencia Nacional, mientras la estimación de sobrecarga de trabajo en todos tribunales es del 150%.
Los jueces acusan al Gobierno de no actuar contra una dinámica que, además de generar impunidad, les expone a riesgos laborales y para su salud. De hecho, la comisión de seguimiento creada con este objetivo no se ha llegado a reunir y los compromisos para reforzar las plantillas no han traído ninguna solución.
España es uno de los estados de Europa que menos se esfuerza en dotar de medios la Justicia. Según datos del Consejo de Europa correspondientes a 2012, los últimos en esta materia, España tiene 11,2 jueces por cada 100.000 habitantes, muy por debajo de la media europea de 21, cerca de los bajos niveles de Noruega (11), Francia (10,7) e Italia (10,6) y lejos, eso sí, de las cifras de los países del este.
