Dicen que la política hace extraños compañeros de viaje. Y debe de ser cierto. El abrazo firme entre el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y el que fue candidato al cargo por las Candidaturas de Unidad Popular, el actual diputado en el Parlamento David Fernández, en la sala donde se hacía el cómputo de los votos del 9N, ha dejado atónito y perplejo a medio país.
También es cierto que los catalanes empiezan a estar acostumbrados a sorpresas y giros inesperados de sus dirigentes políticos. Empezando por la rápida conversión al independentismo no sólo de Artur Mas sino de todo su partido. No se sabe de ningún militante de Convergència Democràtica que haya dejado la militancia porque no está de acuerdo con el salto del nacionalismo tradicional al independentismo actual.
¿Habrá algún militante o dirigente de CDC que deje el partido o cuestione el abrazo entusiasta de Mas y Fernández?
¿Nos hemos perdido algo?
David Fernández ha sido nombrado presidente de la Comisión parlamentaria que debe investigar el caso Jordi Pujol. Lo ha sido con los votos de diferentes partidos, incluido el de Mas y Pujol. Mas fue consejero de Política Territorial y Obras Públicas y de Economía y Finanzas mientras Jordi Pujol padre mantenía dinero en Suiza escondido al fisco español y catalán y Jordi Pujol hijo hacía negocios gracias a su acceso privilegiado a la administración autonómica catalana. Tras el abrazo del domingo, ¿es legítimo que Fernández continúe al frente de esta comisión? ¿No se arriesga a que alguien amenace con lanzarle una alpargata por haberse decantado a favor de uno de los implicados en el fraude que se investiga?
¿Y del otro lado? ¿Qué piensan los miembros y simpatizantes de las CUP de que su líder parlamentario abrace efusivamente al presidente del Gobierno, cuyo consejero de Salud recorta la sanidad pública o ignora a los diez muertos afectados de legionelosis en Sabadell y Ripollet y a sus familias?
«Independencia para cambiarlo todo» es el eslogan con el que mis amigos de las CUP intentan atraerme al bando independentista. Los cambios que veo, de momento, nos acercan más a Teletubilandia que al estado progresista y justo que prometen.
