Las placas masónicas serán recolocadas en la Biblioteca Arús

El Ayuntamiento de Barcelona afirma que las cinco placas de organizaciones masónicas que fueron retiradas días atrás del vestíbulo de acceso a la Biblioteca Arús (ver EL TRIANGLE n. 1134) serán repuestas en su emplazamiento original "en el plazo aproximado de un mes y medio"

Alicia Sánchez-Camacho
Alicia Sánchez-Camacho

Según explica a EL TRIANGLE Álvaro López, portavoz del Instituto de Cultura de Barcelona (Icub), el motivo oficial de su retirada es «la búsqueda de restos de estucado» en las paredes de entrada a la biblioteca, que fueron pintadas años atrás.

A preguntas de este semanario, el portavoz del Icub afirma que no hay un proyecto para estas obras, ni se ha convocado un concurso público, ni existe partida presupuestaria específica, ni tampoco una empresa adjudicataria para realizarlas. Según la versión oficial, estos trabajos serán realizados por los propios servicios de mantenimiento del Ayuntamiento «a través de restauradores autorizados» y, una vez terminados, se procederá a la recolocación de las cinco lápidas.

 

DONACIÓN A LA CIUDAD

Como informó EL TRIANGLE en su edición de la pasada semana, la retirada de las placas emanó de una orden directa del concejal de Cultura, Conocimiento, Creatividad e Innovación del Ayuntamiento de Barcelona, Jaume Ciurana. Esta decisión, que ha corrido como la pólvora por las redes masónicas, ha provocado varias quejas formales de los representantes de diversas logias, que hicieron patente su malestar al alcalde de la ciudad.

La Biblioteca Arús es uno de los máximos exponentes de la huella de la masonería en Barcelona. Fue una donación del destacado masón Rossend Arús (1845-91) a la ciudad y es la primera biblioteca pública que abrió sus puertas a los barceloneses. Dispone de un impresionante catálogo de libros antiguos y constituye uno de los archivos europeos más importantes sobre la masonería y el anarcosindicalismo. En los últimos años, personajes como el ex alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, le han hecho donación de sus archivos personales para que quedaran en buenas manos.

 

EL CONCEJAL SECTARIO
En homenaje a este mecenas, cinco organizaciones masónicas le dedicaron unas placas de reconocimiento, que fueron colocadas en el vestíbulo de acceso a la escalinata de entrada, presidida por una reproducción de la estátua de la Libertad que ilumina la entrada al puerto de Nueva York. En concreto, las lápidas fueron donadas por la Gran Logia de España (GLE), la Gran Logia Simbólica de España (GLSE), el Derecho Humano, la Gran Logia Femenina (GLF) y el Gran Oriente de Catalunya (GOC).

El concejal de Cultura, Conocimiento, Creatividad e Innovación, Jaume Ciurana (CiU), destaca por ser un sectario radical y lo demuestra con polémicas actuaciones. Por ejemplo, ya ordenó retirar, semanas atrás, una placa dedicada a la Constitución liberal de 1837 que estaba situada en un ángulo de la plaza de Sant Jaume. A él se debe también la prohibición de rodar unas escenas de la serie televisiva histórica dedicada a la reina Isabel la Católica en el palacio del Tinell o la censura de unos carteles propagandísticos donde aparecía la imagen de un torero. Su orden tajante de retirar las cinco lápidas masónicas de la Biblioteca Arús responde a esta visión ultranacionalista que aplica al pluralismo ideológico y cultural.

 

«ES UN MENOSPRECIO»
En declaraciones a EL TRIANGLE, el catedrático Joan-Francesc Pont, uno de los miembros destacados de la Gran Logia Simbólica de España (GLSE), considera que «la supresión de estas placas, decidida por una sola persona, Jaume Ciurana, es un menosprecio a los donantes, una desautorización a los responsables de la Biblioteca durante las últimas épocas, una incongruencia con los acuerdos existentes entre esta institución y las logias y un error fácilmente constatable, merecedor de una solución rápida y elegante».

Al darse cuenta del escándalo provocado con su decisión y ante las severas quejas que han expresado los representantes de las logias masónicas al alcalde de la ciudad, el concejal Jaume Ciurana ha optado, en esta ocasión, por dar marcha atrás a su «furia censora». Por ello, no ha encontrado mejor excusa que sacarse de la manga unas supuestas obras de restauración del vestíbulo de entrada a la Biblioteca Arús para justificar su actitud sectaria.

Lo cierto, según ha podido constatar EL TRIANGLE, es que la orden de retirar las lápidas fue anterior al anuncio de rascar los muros para buscar un supuesto estucado. Los técnicos municipales encargados de realizar estos trabajos se han presentado en la biblioteca una vez ya habían sido retiradas las cinco placas, cuando lo lógico es que la secuencia hubiera sido al revés.

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