Los intocables

Para entender qué pasa en Catalunya es necesario fijarnos en algunos pequeños detalles que, como es obvio, el «Somatent mediático» censura. (Algún día habrá que hacer un ‘Libro negro de la libertad de expresión en Catalunya’ explicando la escandalosa y amoral manipulación y tergiversación que hemos sufrido y sufrimos los catalanes por parte de los medios de comunicación subvencionados por el Gobierno, que son la práctica totalidad. El control mediático hace que, de manera sistemática, la prensa, la radio, la televisión y los diarios digitales escondan informaciones capitales que, en cualquiera otro país democrático, serían de primera página).

 

El sumario por el expolio del Palau de la Música encara su recta final antes del juicio y es el momento en que las partes presentan los informes con sus conclusiones. De manera sorprendente, la entidad presidida por Mariona Carulla ha pasado de puntillas sobre la financiación ilegal de CDC a través del Palau y ha excluido al partido pujolista de cualquier responsabilidad, a pesar de que, ante las evidencias acumuladas, el juez instructor ha embargado la sede de Córcega.

 

¿A que juega Mariona Carulla? Sabe que con los bienes que pillen a Fèlix Millet y a Jordi Montull, el Palau de la Música nunca cubrirá el enorme agujero que esta pareja provocó en sus finanzas y que la única manera de recuperar una parte del robo es, precisamente, por el lado de Convergència Democràtica, que cobra un pastón en subvenciones embargables de los Presupuestos del Estado y de la Generalitat.


¿Qué intereses defiende Mariona Carulla? ¿Los del Palau de la Música o los de Convergència? Ante esta gravísima irresponsabilidad es lícito preguntarse: ¿de verdad no sabía nada Mariona Carulla del robo a gran escala que, durante años, perpetraron Fèlix Millet y Jordi Montull mientras ella era, a la vez, la vicepresidenta de la entidad? ¿Es tonta o se hacía la tonta? Yo creí que también había sido víctima de esta pareja de cleptómanos y apoyé periodísticamente su elección como presidenta del Palau de la Música. Pero es obvio que me equivoqué. A la hora de la verdad, hace prevalecer los intereses de la «mafia» por delante de los de los socios y abonados del Palau de la Música.


Pensaba que Mariona Carulla era una persona recta y honesta. ¡Santa inocencia! Ahora resulta que ella no encuentra suficientes «indicios» para pedir la responsabilidad de CDC en el robo del Palau. ¿Y las facturas de Letter Graphic? ¿Y las de New Letter? ¿Y el dinero que, según las anotaciones encontradas en los despachos de Millet y Montull, cobraban en mano los tesoreros del partido, Carles Torrent y Daniel Osàcar (secretario personal de Artur Mas)? ¿Y las transferencias a la Fundación Trias Fargas?


Ya es hora de desenmascarar la enorme hipocresía que gastan, desde hace años, los intocables de Catalunya (al contrario de los intocables de la India, los nuestros son la «crême de la crême» de la pirámide social). Y los Carulla forman parte de esta casta de autoelegidos que nos quieren dirigir y dar lecciones. Se llenan la boca con la «catalanidad» (Òmnium Cultural, Palau de la Música, el diario «Ara», el Museo de la Vida Rural, el premio Francesc Candel, el premio Baldiri Reixac…), pero sus productos comerciales (Gallina Blanca, Avecrem, El Pavo, Pans & Company, Fres Co, Affinity, La Dehesa de Santa María, El Consorcio del Jabugo…) se etiquetan en castellano y tienen su mercado principal en «España nos roba». Pasan por ser unos mecenas de la patria catalana pero, a la hora de la verdad, desvían los impuestos a través de paraísos fiscales, en vez de tributar aquí.


¿Qué Catalunya tienen en la cabeza y en el corazón los Carulla? ¿Una Catalunya donde impera el fraude y el robo de las élites? ¿Una Catalunya donde hay que tapar las vergüenzas corruptas de los políticos, si son de los «nuestros»? ¿Una Catalunya caciquil donde hay unas familias que hacen y deshacen las leyes a su medida? ¿Una Catalunya que, con el «derecho a decidir», quiere instalar una plutocracia perpetua?


Para que se me entienda y no se me malinterprete: pienso y digo exactamente lo mismo de los intocables de la «patria española». Del rey Juan Carlos I, de Mariano Rajoy, de José María Aznar, de Dolores de Cospedal, de Felipe González, de José Bono, de Esperanza Aguirre, de Juan Luis Cebrián, de José Manuel Lara, de Emilio Botín, de Rodrigo Rato, de las Koplowitz, de los Villar Mir, de Florentino Pérez, de Colón de Carvajal, de los Entrecanales, del cardenal Rouco Varela y de toda la «banda» de trileros que nos ha usurpado la democracia.

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