El trabajo se acumula en el despacho del director de los Mossos d’Esquadra, Manel Prat. Todos los grupos del Parlamento catalán, excepto CiU y ERC, han pedido reiteradamente su dimisión por las contradicciones que rodean la gestión del caso de Ester Quintana, la mujer que perdió un ojo en la huelga general del 14 de noviembre de 2012 por el impacto de una pelota de goma disparada por agentes antidisturbios.
Y ahora, un nuevo asunto oscuro ha ensuciado de nuevo la imagen de la policía catalana. Sucedió hace dos semanas, cuando un hombre de 50 años murió en el hospital después de haber sido reducido por ocho agentes de los Mossos en la calle Aurora de Barcelona, en el barrio del Raval. El Juzgado de instrucción número 20 de la capital catalana, que lleva el caso, ha acordado encargar la investigación a la Policía española para «garantizar la objetividad y la imparcialidad», una medida que se acostumbra a tomar cuando hay cuerpos policiales implicados en asuntos de estas características.
La muerte de este hombre ha provocado bastante polémica por las circunstancias de los hechos que tuvieron lugar la madrugada del domingo 6 de octubre. Los Mossos d’Esquadra recibieron un aviso sobre una pelea en el Raval y cuando llegaron al lugar encontraron a esa persona, que ya presentaba varias heridas y la cara ensangrentada tras haberse peleado con otro hombre, según la versión de la policía catalana. La víctima sufrió un paro cardiaco cuando los policías intentaron esposarlo y perdió la vida alrededor de las 3 de la madrugada en el Hospital Clínico, después de varios intentos fallidos de reanimación.
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