¿Federalistas o defensores del statu quo?

Todas las posiciones políticas democráticas merecen respeto y no ser deslegitimadas. En este sentido, se ha presentado en el foro de las ideas un grupo de ciudadanos autodenominados Federalistas y de Izquierdas. Bienvenidos sean. Hay en el listado de adhesiones algún amigo y académicos de prestigio. Pero como suele pasar en estas plataformas, una cosa son los adheridos y otra la mano que mece la cuna. Hay algo que chirría en quienes dicen defender «una Catalunya sin fronteras».

 

En uno de los documentos fundadores se refieren a «la tradición federalista». Las palabras suelen ser peligrosas. El federalismo histórico es difícil de discernir del catalanismo popular en una primera etapa, hasta muy entrado el siglo XIX. Valentí Almirall, y también Roca Farreras, antes de convertirse en teóricos del catalanismo progresista, fueron jóvenes pimargallanos. En los inicios del siglo XX, una de las principales fuerzas del catalanismo de izquierdas era la Unió Federal Nacionalista Republicana. Y hay muchos elementos pimargallanos en el pensamiento de Francesc Macià y en la ERC posterior. Si se habla de tradición federalista, no es muy exacto querer enfrentar soberanismeo y federalismo. Si lo hacen algunos con ambiciones de historiador, todavía es peor.

 

El tema es mucho más largo. Tan sólo subrayar una cosa: «esta» propuesta de los Federalistas y de Izquierdas no es exactamente una tercera vía, sino un intento de respuesta a la propuesta soberanista que se contempla en algunos círculos con desazón creciente. ¿Por qué salen ahora? En algún momento les ha delatado cierta actitud prepotente ante un proyecto, el soberanista, que tiene que ser también respetado. Se proclaman incómodas con la España unitaria pero afirman que todo cambio del modelo territorial tiene que surgir de la legalidad constitucional. Una legalidad establecida en un momento de transición desde una dictadura.

 

Está claro que no son equiparables Escocia, Quebec y Catalunya. Porque si hay una cosa clara en este debate es que España, desgraciadamente, ni es el Reino Unido ni es Canadá. Tildar a los soberanistas de amantes de las fronteras es un poco ridículo y delata cierta inquina. Diríamos más. Quizás en el Reino Unido algunos soberanistas catalanes sí que serían federalistas. Ojo con las trampas del lenguaje. El federalismo forma parte del patrimonio histórico de Catalunya. ¿Pero que tiene que ver Pi Margall con el aparato del PSC? Podríamos decir incluso que el federalismo histórico es una cosa demasiado seria para dejarla a los autodenominados federalistas.

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