¿Qué le pasa a Francisco Marhuenda?

La reputación del director de 'La Razón' pende de un hilo
Paco Marhuenda, director de La Razón
Paco Marhuenda, director de La Razón

Francisco Marhuenda está nervioso. Sabe que su reputación pública cuelga, com una espada de Damocles, de la deriva judicial que acabe tomando el caso Eurobank, que no puede estar indefinidamente dormido. Por eso le cambia la cara cuando alguien, como fue el caso del abogado Gonzalo Boyé en La Sexta, menciona el nombre de esta entidad financiera, que posteriormente acabaría siendo liquidada por el Fondo de Garantía de Depósitos.

Pero no es este el único dolor de cabeza que tiene el director de La Razón. Francisco Marhuenda ha alternado su tarea como periodista con periodos de dedicación activa en política. El 1995 fue elegido diputado por el PP en el Parlamento de Catalunya en la lista que encabezaba Alejo Vidal-Quadras.

Posteriormente, entre 1996 y 2000, fue jefe de gabinete de Mariano Rajoy en los ministerios de Administraciones Públicas y Educación y Cultura. Cuando Rajoy fue nombrado ministro de Presidencia en la segunda legislatura de José María Aznar, Marhuenda fue ascendido a director general de Relaciones con las Cortes.

Pero duró poco en el cargo. Lo publicó en exclusiva EL TRIANGLE en su momento. Francisco Marhuenda fue pillado in fraganti en un impresentable negocio. A través de su empresa Estrategias, Asesoramiento y Comunicación SL, vendió por 120.000 euros un fondo de libros viejos de calidad más que dudosa al Instituto Ramón Carande, dependiente a su vez de la Universidad Rey Juan Carlos. El caso fue denunciado por el PSOE a la Asamblea de Madrid y en marzo de 2001, Marhuenda dimitió de sus funciones en la Moncloa.

Sin embargo, su amistad y lealtad hacia Mariano Rajoy, que se forjó en esta primera etapa madrileña, ha permanecido inalterable con el paso del tiempo. Por méritos propios, el director de La Razón se ha convertido en el primero y más fiel marianista de España. Tal como van las cosas, su cerrada defensa del Gobierno del PP tiene su morbo y aquí, según los expertos comunicadores, está su éxito en las tertulias televisivas y radiofónicas. No es consciente, pero se ha convertido en el hazmerreír de la depauperada piel de bravo.

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