La jornada castellera del día de la Mercè de Barcelona, donde participan las colles de la ciudad, transcurrió sin muchas incidencias hasta que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, decidió formar parte de la piña de los Castellers de Barcelona, poniéndose, incluso, el pañuelo identificativo. Pero Torra podría ser gafe, ya que el único castillo de todos que se derrumbó fue aquel en el que él participó de piña.
El presidente Torra se prodiga en los actos de cultura popular, donde se siente realizado políticamente. Asiste, de forma habitual, a muestras de castells, sardanas, gigantes, bastoners y otros eventos, en los que los gritos de independencia son coreados por la inmensa mayoría, y donde nadie le reprocha la disminución de la inversión en cultura de la Generalitat.
La oposición, en cambio, sí que le reprocha reiteradamente la falta de acción del ejecutivo a Torra, más preocupado por las fotos mediáticas con actividades ciudadanas que de hacer política. Sin embargo, por lo que se ve, Torra se siente más identificado con las muestras de cultura popular que no dirigiendo un consejo de gobierno.
