La actual cúpula de los Mossos hizo ‘doble juego’ a Josep Lluís Trapero

Los agentes están "hastiados" de que se les use como arma política
Miquel Esquius.
Miquel Esquius

Los últimos episodios de movilizaciones independentistas han puesto el cuerpo de los Mossos d'Esquadra en el ojo del huracán. Las dificultades que tuvieron los agentes de la policía catalana para defender el Parlament o la Jefatura de Policía ante los embates de manifestantes en el aniversario del 1-O han provocado que dentro del cuerpo haya una sensación de hastío por lo que se considera un absoluto abandono de responsabilidades por parte del departamento de Interior y, en especial, de su consejero titular, Miquel Buch.

Pero las críticas que se escuchan en las comisarías no se quedan en la cúpula política de Interior. Fuentes de la policía catalana afirman que "la tropa", en referencia a los agentes de la escalera básica, considera que los máximos responsables uniformados de los Mossos no tienen las competencias profesionales para dirigir el cuerpo y, todavía más grave, solo responden a órdenes políticas de Buch con un claro trasfondo de la defensa de las tesis independentistas.

Estas mismas fuentes de la policía de la Generalitat consideran que el actual comisario en jefe de los Mossos d'Esquadra, Miquel Esquius, está donde está por ser un "radical" sin la preparación profesional adecuada para ocupar la máxima responsabilidad dentro de los Mossos a la cual puede tener acceso un uniformado en el cuerpo. Estas fuentes dicen que el relevo natural del comisario Ferran López, que sustituyó el mayor Josep Lluís Trapero con la aplicación del 155, era el tercero en la cadena de mando, el comisario Carles Molinero.

Este mando de los Mossos es licenciado en Criminología, estuvo al frente de la comisaría superior de Coordinación Central y se asegura que tuvo un papel clave en la respuesta de los Mossos en los atentados yihadistas del 17-A del 2017 en Barcelona y Cambrils. Carles Molinero también era el responsable de la policía catalana en Barcelona cuando se produjeron las cargas policiales durante la huelga general del 2012 en las cuales Esther Quintana perdió un ojo por una pelota de goma o cuando murió en una detención Juan Andrés Benítez en el barrio del Arrabal.

Pero también se apunta que Molinero no fue el escogido para dirigir la policía catalana porque es muy cercano a la antigua CDC, actual PDECat. Puede parecer un contrasentido, pero la explicación coge fuerza por el hecho que a Esquius se lo sitúa en la órbita del pensamiento independentista de Carles Puigdemont y de Quim Torra. De hecho, algunos agentes se cuestionan qué hace un diplomado en ciencias religiosas ocupando la máxima responsabilidad dentro del cuerpo.

EL DESTIERRO DE LOS MODERADOS

Cuando se especuló sobre el hecho que la nueva dirección uniformada de los Mossos estaba entre Molinero, el candidato con más puntos, y Esquius, estas mismas fuentes aseguran que cuando los dos fueron convocados en Interior para que les comunicaran los nuevos cargos con el nombramiento de Miquel Buch como consejero se dio la circunstancia que cuando llegó Molinero se encontró que Esquius ya estaba en el despacho del consejero. Y que cuando le comunicaron el nombramiento de Esquius y él se ofreció para ponerse a sus órdenes le dijeron que no contaba con la confianza del nuevo jefe y que lo desterraban a Movilidad. De este modo se echaba la Convergencia moderada de la dirección de los Mossos y tomaba el mando el independentismo hiperventilado.

Y en esta misma línea estaría lo que le pasó a Josep Lluís Trapero, mayor de los Mossos d'Esquadra y jefe policial hasta la aplicación del 155. Trapero, que está investigado por sedición, era considerado como un "nacionalista moderado" dentro del cuerpo, que habría insistido ante el entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que se abstuviera de celebrar la consulta independentista del 1-O. Voces dentro del cuerpo aseguran que a Trapero "le hicieron doble juego" sus subordinados en el decurso de los preparativos del 1-O y durante la jornada de la consulta independentista, los mismos subordinados que después han acabado ocupando los lugares de máxima responsabilidad dentro del cuerpo.

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