Mercaderes de la duda

Los historiadores Naomi Oreskes y Erik M.Conway escribieron el libro «Mercaderes de la duda» que acaba de publicar en castellano Capitán Swing con el subtítulo «Como un puñado de científicos ocultaron la verdad sobre el calentamiento global». Oreskes y Conway explican cómo las industrias del tabaco, armamento y de los combustibles fósiles contratan a científicos para defender que sus productos no son perjudiciales para la salud y para la humanidad o, como mínimo, sembrar la duda dentro de la sociedad.

Durante muchos años, las tabaqueras compraron la voluntad de científicos para que dieran una pátina académica a su injustificable afirmación de que el consumo de tabaco no causaba cáncer de pulmón y otras enfermedades. Los dueños de estas empresas sabían de las consecuencias nocivas de fumar tabaco pero pusieron sus intereses económicos por delante de la salud de todos. Finalmente, se impuso la verdad y pese a los esfuerzos multimillonarios de estos empresarios ya todo el mundo conoce los terribles efectos que tiene fumar sobre la salud de quienes lo hacen y las personas de su entorno.

La filosofía que promueve esta práctica lamentable es que aunque sepas que tu acción es incorrecta si generas dudas dentro de la sociedad puedes sacarle provecho.

Lo hemos visto también en la resistencia a reconocer el cambio climático por parte de las empresas que explotan los combustibles fósiles. Y lo vemos también en el día a día del comportamiento de determinados políticos y periodistas. Francesc de Dalmases intentó crear la confusión entre los ciudadanos que se escandalizaron porque había abroncado a una periodista del programa FAQS de TV3 porque no le gustó la entrevista que se hizo a la presidenta del Parlament, Laura Borràs. Negó los hechos que habían presenciado un puñado de personas en TV3 y un montón de tuiteros difundieron su versión.

El periodista Antonio García Ferreras fue pillado en una grabación hecha por el ex-comisario José Manuel Villarejo en la que aceptaba difundir un noticia falsa en su programa de La Sexta que perjudicaba a Podemos aunque reconocía que era “burda”. Sabía que era mentira pero también sabía que difundiéndola mucha gente la daría por buena.

La verdad no sólo está amenazada por las fake news. También lo está por quienes, sin escrúpulos, la ponen en duda con argumentos y excusas patéticas e impresentables intereses ocultos.

Cuidado, pues, con los mercaderes de la duda. El tabaco mata, el cambio climático también. La duda puede ser una virtud pero en manos de según qué políticos y periodistas puede ser también una trampa que hay que  dejar al desnudo.

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