Una inmensa cola de refugiados ucranianos se desesperaba ayer, viernes 18 de marzo, frente al Centro de Distribución de Refugiados en la Fira de Barcelona. «Nos han dicho que hoy no atienden a nadie, que llamemos a este teléfono para pedir cita, pero no contesta nadie. ¿Por qué dicen que abrirán si luego no sirve para nada?», se ha preguntado Diana Bezpalova, una ucraniana que acoge a tres conciudadanos en casa, en declaraciones a ‘El Periódico’. Al llamar al teléfono que les indicaban, el 910 474 444, seguía la decepción: «Nadie te lo coge, la línea está colapsada».
El lunes 14 de marzo, el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, anunció que el viernes 18 se abriría en la Fira de Barcelona el centro de atención a familias que han tenido que exiliarse por la invasión rusa de Ucrania. “Si el ministro no se hubiera precipitado, esto no hubiera ocurrido”, ha explicado un agente de la Policía Nacional.
Today, the Ministry for @inclusiongob opened the Ukranian refugee Reception Center in Hall 7 of Fira de Barcelona's Montjuïc venue, with the support of @CreuRojaCAT.#CREADEBarcelona #CommitmentFira pic.twitter.com/JQOu7bJ2wZ
— Fira Barcelona (@Fira_Barcelona) March 18, 2022
Preparando las instalaciones
Las autoridades estaban entretenidas en preparar las instalaciones para poder registrar las peticiones de permisos de trabajo y de residencia: instalar el wifi, las conexiones con las bases de datos nacionales e internacionales, el sistema de huellas dactilares… «Es algo bastante complejo y tenemos que montar toda la infraestructura», ha señalado el agente. “Esperemos estar el lunes a punto y a pleno rendimiento”, han pronosticado fuentes de la Policía Nacional consultadas por el diario.
Mientras tanto, la Cruz Roja daba la bienvenida y ofrecía alojamiento, descanso y atención psicológica a los refugiados recién llegados. «Preocupan los problemas psicológicos y emocionales que tienen los niños. Cuando oyen una sirena o cualquier ruido brusco, se esconden«, han explicado voluntarios de la entidad. «Muchos de ellos tienen miedo de entregar sus pasaportes porque temen que las autoridades españolas se los queden y luego no puedan regresar a su país», han añadido.