De la defenestración de Franco a la de Pujol, nueve semejanzas para la historia

La “defenestración” del busto de Franco, que, en Barcelona, salió volando por la ventana del rectorado de la UB el 17 de enero del 69, fue un acto de gran simbolismo histórico. El paralelismo político -que no militar- entre Franco y Pujol, resulta extraordinario, como si el 2º hubiera seguido paso a paso la política del 1º. Nunca sabremos si fue consciente o inconsciente, pero el símil es espectacular tal como van a comprobar.

Aunque es poco sabido; 42 años más tarde, del “vuelo” del busto del Generalísimo, se expulsa a Oriol Pujol del Govern y de CIU. Él hijo de un Pujol endiosado, iba a ser su sucesor, en la dinastía Pujol Ferrusola, prevista tras un breve efecto de distracción del telonero, Artur Mas. El pueblo se lo tragaría, pero el heredero designado, había abusado de su posición en el govern, con corruptelas descubiertas y sentenciadas. Su padre creyendo tener aún la “santa bula”, tras 23 años de “quid pro quo” con la centralidad, lo considera una afrenta más “de la malvada España”. Frustrado y furioso recurre de inmediato a su plan B (Cataluña2000) desenterrando el hacha de guerra y haciendo que, su títere, Artur, ya en la cuerda floja, tras perder 12 escaños, abrace la independencia, colándosela a ERC, a cambio de permanecer como presidente. Acción innecesaria, si Oriol hubiera llegado a presidir la Generalitat 23 años más, tal como tenía previsto su astuto padre.

Primera semejanza: Todo atado y bien atado. Primera coincidencia frustrada, entre ambos personajes, Pujol pierde a su sucesor, de sangre y Franco al suyo, de confianza Carrero. El nudo previsto se rompe. La dictadura asesina del vencedor de una guerra fratricida, suavizada a partir 1950 (sin ya apenas marxistas que suprimir), ungido de un poder absoluto, es un tipo de bajito, hierático, tímido, implacable, impredecible, con voz atiplada, concentrado en la Patria, y a quien solo le vence, la muerte, en 1975. Entre el 77 y el 80 se arma con urgencia una “sucesión” que pretende volver a la democracia, abriéndose a una irregular transición que, en Cataluña, dirige un Pujol, ungido como “caudillo”, líder incontestable, absoluto. Ambos se sienten destinados a pasar a la historia

Segunda semejanza: Caudillos animan entornos mafiosos. El presidente catalán pronto implementa, en la sombra, un similar despliegue del mismo nepotismo, prebendas, comisiones y corruptelas coincidentes con los que Franco había desplegado. Al contrario que el hierático caudillo, Pujol es cálido, sonríe, sabe ser próximo, hecha esta excepción, es una réplica casi exacta del generalisimo.

Tercera semejanza: Casi gemelos. También de baja estatura, tímido, férreo e impredecible con voz atiplada, y un interés obsesivo por Cataluña, Pujol es un respetadísimo monstruo político.

Cuarta semejanza: Miedo insuperable. Las palabras y dictámenes de ambos, eran ley. Nadie, osa interponerse a sus decisiones ni hacer la más mínima critica. Ni siquiera Pasqual Maragall, cuando tuvo la oportunidad, al renunciar a su acusación del 3%, que, sin embargo, abrió la caja de pandora. Pujol tras 23 años de mandato (+ de la mitad de los 40 de franco) ya fuera de la presidencia, es interrogado en el Parlamento, para su propia vergüenza, y estupefacción de fieles y contrarios (eso no ocurrió en vida jamás a Franco). Pujol tras perder su condición de honorable, indignado, irascible, amenaza penosamente en el Parlamento con sacudir las ramas de su árbol, siendo finalmente acusado junto a toda su familia, con pruebas irrefutables, de organización criminal para delinquir, en un proceso, que parece dormir el sueño “de los justos”.

Quinta semejanza: Eludiendo a la justicia. El caudillo, tampoco fue nunca juzgado, ni condenado, a pesar de los muertos en las cunetas. Lo mismo sucederá con Pujol, de quien previsiblemente, se espera que muera, para dar carpetazo al asunto. y entonces iniciar su redención, que con las ruedas de molino en tv3 ya empezó.

Sexta semejanza: Compañeras también al mando. Marta Ferrusola es exonerada de un juicio, que no llega, a pesar de su altísimo protagonismo, en todos los tipos de decisiones “de la casa gran”, tanto políticas como económicas, movilizadora de privilegiados negocios con los hijos, que Pujol aprobaba (nunca una “abadesa” fue tan activa). Como es sabido la influencia de Carmen Polo sobre su marido, fue así mismo extraordinaria, tanto en desviarlo de quienes le pedían clemencia, como respecto a sus sugerencias atendidas en el nombramiento de ministros.

Séptima semejanza: Engaños “indultados”. Franco con su poder absoluto y de medios, logra engañar al pueblo español, que lo venera multitudinariamente hasta años después de su muerte. Una parte significativa de Cataluña, a pesar de su caída en desgracia, parece haberle indultado. Un Pujol sagrado, quien sin embargo ya en los inicios de su mandato, engaña al pueblo, con la gran mentira de Banca Catalana, al arrogarse para sí mismo, una ética que no tiene, y más tarde acumulando una fortuna sucia cuyo conteo constatado asciende ya hoy a más de 100 millones de €. Nada que ver con la herencia de Florencio. Pujol no muere, solo se “jubila”, pero demostrada su fechoría, acontece su defenestración oficial, aunque las evidencias y verdades sobre él, son negadas por una parte del pueblo que,tozudo, culpa a la “malvada España”. ¿Les suena en tiempos de franco, lo del complot judeo masónico? Pujol acuña la misma idea contra España.

Octava semejanza: Adoctrinamiento. Ambos personajes coinciden de nuevo en invertir cantidades ingentes en el adoctrinamiento del pueblo. El caudillo mediante Falange y auxilio social, y en todos los programas escolares, con loas a su persona. Además, un muy sórdido robo de 30.000 recién nacidos mediante enfermeras afectas al régimen que “distraen” hijos de madres vinculadas a la República, para hacer de ellos patriotas de la sagrada España. Pujol, en su turno, fomenta la “Norma”, en todos los niveles educativos, incluyendo una flagrante manipulación de geografía e historia, que logra un profundo adoctrinamiento, incluso de muchos hijos de inmigrantes del sur, nacidos en Cataluña y hoy afectos radicales a la identidad nacionalista, para no sentirse de huerfanos. Este adoctrinamiento se desvela a partir de 2012, en la bajada a la calle de casi dos millones de catalanes. Pujol es así mismo el responsable de otro abyecto proyecto (encargado al independentista Angel Colom) para atraer a Cataluña, miles de inmigrantes magrebís o indios (Cataluña ostenta el 70% de la totalidad nacional) proclives estos a aprender catalán pues no hablan castellano, mientras que los hispanos americanos sí, y por ello no interesan. Lograda la independencia serían los primeros en tener papeles. (Carmen Forcadell dixit).

Novena semejanza: Enemigo imaginario., Mientras Franco abjuraba del marxismo, Pujol clama contra “el español”. Clamor heredado con una obsesión “esquizo”por los procesistas. Es muy probable que encontrásemos semejanzas similares con otros totalitarios, ejemplo Perón, pudiendo elaborar una completa guía “del perfecto dictador”. No obstante, la cercanía y potencia de nuestros protagonistas, Franco en la post guerra y Pujol en la transición, pedían a gritos este análisis comparativo en el que los paralelismos encontrados resultan aplastantes.

Hoy, al ex honorable, más preocupado en limpiar su imagen, no le debe de hacer nada feliz, comprobar la decadencia de Cataluña con la interpretación que los herederos, – no escogidos por él-, han hecho de su plan b; en una independencia “a las bravas” y en un; “cuanto peor mejor”. No obstante, todo y que, fracasado, el procés sigue vigente en clave de poder instaurado, aunque deteriorándose por momentos, al aplicar los líderes actuales los mismos métodos de nepotismo, abusos, corrupción, fraude, más una inaudita malversación de fondos, y un añadido de odio e imposiciones propias, de Mussolini, que Pujol, presumiblemente no hubiera aprobado. “La Cloaca”, esta vez, se ha dejado abierta y a la vista y el hedor alcanza a todos. El apuñalamiento entre las dos facciones, antes hermanas, marca el fin del sueño. Pujol, escrúpulos y moralidad aparte, ha sido un personaje irrepetible de reconocido liderazgo, habilidad y prestigio y un implacable autoritarismo que supo conducir a una Cataluña seducida y en progreso, durante 23 años. Pujol pudo haberse elevado como mito histórico eterno para el país, de no haber barrido fraudulentamente para la familia, más fieles y próximos, además de activar, por rencor, su funesto y nefasto plan B, que abre en canal a su propio país, destrozándolo. El Franco militar hizo cosas mucho peores. Por ello la comparación tiene un límite. Ambos pasarán a la historia de forma distinta. De poderla leer, a ninguno les resultaría nada de su agrado.

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