Desde el pasado miércoles cuando Pere Aragonès anunció la disolución del Parlament y la convocatoria de elecciones para el 12 de mayo, varios periodistas me han preguntado como experto en extrema derecha si creo que Aliança Catalana entrará en el nuevo Parlament. También se me ha preguntado si este partido debe considerarse o no de ultraderecha. En las pasadas elecciones municipales dije en varios medios que Vox, que en el 2019 sólo había conseguido tres concejales en Catalunya, obtendría entre ochenta y cien, y me quedé corto porque logró 124. Ahora mi porra es que si no se da el escenario de la candidatura de Junts con un Puigdemont de cabeza de lista que se atreva a volver durante la campaña y sea encarcelado, lo que le convertiría en el centro emocional de la campaña para buena parte del independentismo, creo que lamentablemente sí que Aliança Catalana con Sílvia Orriols de cabeza de lista por Barcelona como candidata a la Generalitat, puede entrar consiguiendo 4 o 5 diputados por Barcelona y quizás uno por Girona.
Los partidos extraparlamentarios que quieran presentarse a las elecciones catalanas deben recoger el aval o firma del 0’1% del censo electoral, es decir cerca de seis mil firmas, y tanto Alhora de Clara Ponsatí y Jordi Graupera, como el Frente Nacional de Cataluña como Aliança Catalana los están recogiendo. La lista Cívica de la ANC después de la ajustada votación del sábado en que los partidarios a no presentarse ganaron, no se hará. No doy ninguna posibilidad electoral a la candidatura de Ponsatí y Graupera, más cuando éste ya se estrelló con las candidaturas de Primàries en las municipales. Y en cuanto al Front Nacional de Catalunya, partido en el que se presentó hace cinco años Sílvia Orriols en Ripoll y que poco después abandonó, en las elecciones catalanas de febrero de 2021 obtuvo sólo 5.940 votos, y para conseguir diputados por Barcelona es necesario llegar al 3%, que serían unos sesenta o setenta mil votos según su participación. Con estos votos, superado el 3%, ya se obtienen dos o tres diputados
Que el Front Nacional, partido relegalizado en 1999 que estuvo inactivo hasta hace cinco años cuando se presentó en Ripoll con Orriols de candidata, quiera presentarse ignorando que ha sido superado ampliamente mediática y electoralmente por Aliança Catalana muestra cómo las envidias y odios cainitas están presentes también en este espacio político en el que no hay lugar para más de una sigla. Tenemos a Vox que quiere suprimir las autonomías y en las Baleares y Valencia ya han mostrado qué hacen con la lengua y cultura catalana, que pide mano dura con la inmigración y criminalizando sobre todo la islámica. También tenemos a Aliança Catalana con Orriols proponiendo levantar la declaración de independencia y tener una política de puertas cerradas y dura con la inmigración. Entre medio tenemos a Josep Anglada con dos concejales en Vic que ya ha insinuado varias veces que a pesar de no ser independentista probablemente en mayo votará a Aliança Catalana. Anglada y Orriols han actuado en sus campañas electorales de forma bastante parecida. Cuando Anglada se convirtió en 2007 y 2011 en segunda fuerza municipal en Vic lo hizo hablando de inmigración y escondiendo la bandera española. Orriols por su parte, tanto en las elecciones de 2019 como en las del año pasado en que fue la fuerza más votada, consiguiendo la alcaldía gracias a la negativa de Junts a sumarse al cordón sanitario, habló mucho de inmigración escondiendo también la estelada para ganarse el voto de vecinos españolistas cabreados con la inmigración y la presencia islámica en la villa. Ahora son elecciones al Parlament y Orriols quiere dejar clara no sólo su ideología independentista, sino su crítica a Junts, ERC y la CUP por no ejecutar la declaración unilateral de independencia. Y en cuanto a la inmigración la alcaldesa de Ripoll sigue haciendo declaraciones o tuits que estigmatizan a las personas recién llegadas.
Sin ir más lejos el pasado jueves hizo desde la cuenta del Ayuntamiento este tuit: “Esta semana, la Policía Local de #Ripoll ha precintado 14 vehículos, cuyos titulares, todos de nacionalidad extranjera, acumulan multas impagadas por valor de más de 20.000 euros”. Mensaje que motivó que mucha gente preguntara si no había ningún infractor multi-moroso autóctono, a lo que la alcaldesa respondió con este otro tuit: “O todos moros o todos cristianos… dice el dicho. ¡En Ripoll, las multas, las pagará todo el mundo! ¿Queréis derechos? ¡Pues también hay deberes! En Ripoll, #Tolerancia0 con la morosidad”. Y más allá de considerar estas palabras estigmatizadoras o que crean la idea de que los autóctonos son todos cívicos y los inmigrantes incívicos, con tuits como éste que tienen más 150.000 visualizaciones, hacen que ella sea motivo de constante controversia. Lo que ya le va bien en un contexto electoral en el que ni Esquerra Republicana ni Junts aciertan con la manera de hacerle frente.
Junts, por un lado, ha presentado en muchos municipios una moción legitimando lo que dice Aliança Catalana que afirma que España nos envía demasiada inmigración. Y, por otro lado, Esquerra desde la Generalitat ha impuesto a Orriols una sanción de 10.001 euros por unas declaraciones suyas de hace un año en 8TV, sanción que ahora puede recurrir y dice que no va a pagar. La capacidad de sancionar por un discurso xenófobo o de odio ya está en el Código Penal, no hace falta que la Generalitat vaya sancionando administrativamente opiniones políticas. Y en cuanto a declaraciones hechas en un programa televisivo tenemos ya el Consejo Audiovisual que en varias ocasiones ha sancionado programas por permitir discursos xenófobos. Así lo hizo por ejemplo en diciembre de 2012 sancionando con 14.600 euros a Canal Català por permitir que el popular Carlos Navarro, el Yoyas, insultara de forma continuada en directo a una mujer musulmana sin que el presentador Carlos Fuentes intentara pararlo o echarlo del plató. Ahora Orriols condenada administrativamente por la consejería de Tània Verge está logrando victimizarse, lo que le va de maravilla en campaña electoral.
