La fundación FAES, que lidera el expresidente José María Aznar, ha defendido este lunes el papel del gobierno español durante los atentados del 11-M de 2004. En un análisis publicado coincidiendo con el vigésimo cumpleaños del atentado, la entidad indica que el ejecutivo español «no ignoró ningún informe policial o de inteligencia que contradijera su actitud o su política de comunicación durante aquellas jornadas».
«La dirección del CNI desmintió en su día informaciones que le atribuían, ya por jueves 11 o viernes 12, un conocimiento sólido de la pista islámica. No llegó nunca a manos del gobierno ningún documento oficial que descartara definitivamente la autoría etarra y afirmara sin titubeos la responsabilidad yihadista», apunta la fundación.
Desde FAES lamentan que veinte años después de la masacre «aquello polémico prevalezca sobre aquello institucional». «A esta conclusión llegamos después de semanas de calentamiento en ciertas terminales mediáticas de la izquierda. Desde aquí no se ha querido conmemorar una efeméride luctuosa, sino alimentar un viejo calor, atizando las brasas y avivando el fuego, por si el humo pudiera tapar vergüenzas rigurosamente actuales», remarcan.
Según la fundación, se está queriendo imputar al gobierno Aznar y, por extensión, al Partido Popular, la «responsabilidad» por haber «mentido deliberadamente después de la matanza; por puro cálculo electoral». «Ni al gobierno de entonces le constaban las evidencias que se le reprocha esconder; ni en su actuación dejó de atender los indicios de que disponía en cada momento, ni la ecuación que funciona como premisa de la tesis ‘Irak=atentados’ se sostiene en absoluto», apunta FAES.
«Veinte años después, eso sí, tenemos que reconocer de rabiosa actualidad una de las consignas acuñadas aquel marzo negro por la izquierda. Conformes: hoy, más que nunca, ‘los españoles se merecen un gobierno que no les miente'», concluye la fundación.
Coincidiendo con el vigésimo cumpleaños de los atentados, FAES ha publicado también una nota de opinión que reflexiona sobre el efecto político del 11-M. Allá, alerta que en aquellas jornadas confluyeron dos factores que hacen de este atentado «caso aparte «y que contribuyeron a potenciar la «toxicidad del clima político que desencadenó».
Por un lado, mencionan la coexistencia en España de un terrorismo entonces en activo, el de ETA, y otro que tuvo su expresión más salvaje entonces. Por otro lado, el contexto electoral en que tuvo lugar el suceso. Según FAES, esta coincidencia temporal «indujo efectos perversos a las reacciones políticas: propició una movilización contra el PP, vista por la izquierda como una oportunidad para revertir una derrota probable que los sondeos anticipaban».
«Un análisis crudamente sincero indica que la irrupción el 2004 del terrorismo yihadista ha contribuido que la izquierda española, desde entonces, relativice lamentablemente las consecuencias sociales y políticas de medio siglo de campaña terrorista interna, una vez producido el final de ETA», agregan.
