Pan y rosas

El 8 de marzo es el Día Internacional de las Mujeres desde que lo instituyó la ONU, en 1975, para visibilizar la falta de derechos laborales y ciudadanos de la mayoría de mujeres del mundo. Ese día tenía historia porque el 8 de marzo de 1857 las mujeres de Nueva York que trabajaban en la industria textil, denominadas “garment workers”, organizaron una huelga para conseguir salarios más justos y condiciones laborales más humanas. Durante el mes de marzo de 1908 una nueva huelga de trabajadoras textiles en la misma ciudad hizo historia 51 años después de la primera.

Susana Alonso

En 1909, una organización de mujeres socialistas celebró el primer día internacional de la mujer y 15.000 mujeres se manifestaron en Nueva York. Exigían aumento de sueldo, menos horas de trabajo, derecho al voto y que se prohibiera el trabajo infantil. Utilizaron un lema claro “Pan y Rosas”, ya que el pan representaba la seguridad económica y las rosas una mejor calidad de vida. En 1910, un segundo encuentro de la Internacional Socialista de Mujeres en Dinamarca propone ya un día simbólico, alrededor del 8 de marzo, que sirviera para reivindicar los derechos de todas las mujeres. Pero la terrible tragedia del 25 de marzo de 1911, cuando 123 trabajadoras y 23 hombres murieron en el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York, reconvierte el día internacional de las mujeres en el día de reivindicaciones por derechos laborales y políticos.

El Foro Económico Mundial reconoce que todavía faltan 170 años para cerrar las brechas de género a nivel mundial por las discriminaciones hacia las mujeres, no son sólo en el trabajo sino también en otros muchos ámbitos, como culturales, mediáticos, sociales, y a nivel de salud. Es imprescindible ampliar la lucha por los derechos de las mujeres a ámbitos hasta ahora invisibles. El derecho a la salud y que las mujeres puedan ser tratadas con sus diferencias, ha sido un derecho invisible que no ha formado parte de las reivindicaciones del 8 de marzo.

Pero la realidad es terca y nos pone de manifiesto hechos que si no denunciamos sus vulneraciones permanecen ocultos. En las últimas cuatro semanas, una mujer de 60 años en Valencia, una de 40 años en Lleida, y una de 23 años en Barcelona han muerto de infarto tres horas después de ser visitadas por dolor torácico y malestar y de ser enviadas a casa sin sospecha de sufrir una enfermedad grave. Los ictus y la muerte súbita entre mujeres menores de 45 años son superiores entre mujeres. ¿Por qué no se tiene en cuenta esta diferencia?

Sabemos que el día 28 de mayo se dedica a la salud de las mujeres, pero la situación actual está empeorando a un ritmo tal que no podemos limitar a un día al año la posibilidad de hacer visible el derecho a la salud. Quizás si recordamos las muertes, en vez de convertir a las mujeres en víctimas, encontraremos fuerzas para reivindicar los derechos de las que están todavía vivas.

Hace ahora 33 años que la cardióloga americana Bernardine Healy ya identificó una gran injusticia cuando ayudó a demostrar que la enfermedad cardíaca de las mujeres había sido invisible para la Medicina. A igualdad de patología coronaria, las mujeres eran enviadas a casa y los hombres a someterse a una intervención quirúrgica, y después de un tiempo las mujeres sufrieron infartos y murieron o tuvieron que volver de forma urgente al hospital. En un editorial famoso, titulado El síndrome de Yentl, recordando la novela en que una judía se disfrazaba de hombre para ir a la Universidad, escribió que quizás las mujeres deberían disfrazarse para ir al médico y poder ser tratadas con igualdad de oportunidades que los hombres. Decía textualmente: «Puede ser triste, pero no sorprendente que las mujeres hayan sido tratadas demasiado a menudo sin equidad en las relaciones sociales, en la política, en los negocios, en la educación, en la investigación y en la asistencia sanitaria»

Está demostrado claramente que las enfermedades circulatorias son la primera causa de mortalidad de las mujeres en todos los países del mundo, pero esta realidad no está bien investigada, no está incluida en la formación de nuestros profesionales de salud y todavía no está incorporada en nuestra realidad asistencial.

El derecho a la salud de las mujeres precisa la incorporación de todos los aspectos de la morbilidad diferencial en la investigación, en la docencia y en los nuevos protocolos asistenciales. Sólo así se puede cerrar la brecha de género, también en el campo sanitario, y disfrutar de nuevos días de Pan y Rosas en las vidas de todas las mujeres del mundo.

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2 comentarios en «Pan y rosas»

  1. La manifestación no fue en Nueva York, fue en Lawrence, Massachusetts. El origen de la frase se remonta “[to an]speech given by American women’s suffrage activist Helen Todd; a line in that speech about «bread for all, and roses too»[1] inspired the title of the poem Bread and Roses by James Oppenheim.[2] The poem was first published in The American Magazine in December 1911, with the attribution line «‘Bread for all, and Roses, too’—a slogan of the women in the West.»

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  2. Fue en Lawrence, Massachusetts, en la huelga de mujeres del textil ocurrida en 1902, y no en Nueva York. El origen de la frase se remonta a un discurso de Helen Todd, sufragista norteamericana, titulado “pan para tod@s y rosas tabiém. A su vez, la frase de Todd estaba inspirada el el poema Bread and Roses de James Oppenheim.

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