La presidenta de Junts y expresidenta del Parlament Laura Borràs presumía hace un tiempo de tener a su lado a más de la mitad del partido, y de poder ganar pulsos internos –como el de la salida del Govern– cuando quería. El sector que ella lidera dominaba el discurso, dentro y fuera de la formación, marcaba la pauta en las acciones de Junts y en la relación con el resto del independentismo y con el constitucionalismo. Pero varios factores encadenados, unos buscados y otros no, han dejado el borrasismo en las horas más bajas.
Las evidencias del juicio por los contratos de su etapa en la Institución de las Letras Catalanas, su suspensión como presidenta del Parlament, la condena y su discurso victimista sobre el lawfare, los resultados de las municipales, donde las candidaturas de los suyos van bajaron y triunfaron las de sectores cercanos a Jordi Turull y la extinta Convergència, la decisión de Carles Puigdemont de negociar con el PSOE y ser socio de su Govern abandonando la estrategia de intento de bloqueo, y el arrinconamiento en Junts dels sus escuderos, Aurora Madaula y Francesc de Dalmases, han dejado muy tocado su apoyo interno. Ya nadie duda en Junts que si ahora se planteara un pulso entre sectores, el de Borràs no podría ganar.
