La renovación en falso de Dembélé lo deja a tiro del PSG por solo 25 millones

La incomprensible cláusula firmada por Laporta y haberlo ofrecido para abaratar el frustrado fichaje de Mbappé, porque nunca creyó Ousmane, han provocado que el Barça pueda perder otra de sus estrellas

Dembele, celebrant el seu gol contra el Real Madrid als EUA

Foto: FC Barcelona

En cualquier escenario o desenlace del caso Dembélé, Joan Laporta habrá echado a perder la oportunidad de procurar un beneficio para el FC Barcelona por culpa de no haber sabido cerrar un acuerdo y condiciones ventajosas cuando era el momento, hace un año, y el delantero francés acaba contrato.

¿Cómo pudo conformarse Laporta cerrando un trato tan poco favorable a los intereses del club? Existen varias razones, ninguna justificable, por las que se ha llegado al día de hoy, en que, si recurre a la cláusula de rescisión de su contrato, Ousmane Dembélé, puede irse al PSG prácticamente gratis, pagando 50 millones al Barça, de los cuales sólo 25 millones podrán considerarse como el neto de la operación, pues los otros 25 millones se los debe reembolsar al agente del futbolista en forma de comisión en pago por ese gran servicio prestado al club, o quizás al presidente.

Un escándalo que avergüenza al propio jugador, quien al parecer ha decidido aceptar la oferta millonaria del equipo francés con la condición de forzar una renovación de la que el Barça obtenga algo más de beneficio. Es muy probable, en cualquier caso, que entre su agente y el poder seductor de la tesorería del PSG le quiten esa absurda idea suya de la cabeza.

Señalar a uno más que otro como responsable de haber provocado esta encrucijada depende desde la perspectiva con la que se quiera enfocar. Desde luego, según el relato de la junta y de los medios laportistas, todo es culpa del representante del jugador, Moussa Sissoko, precedido por su mala fama de avaricioso, perverso e insensible cuando se trata de dinero, que habría arrastrado al futbolista a traicionar al Barça cuando apenas faltan dos semanas para el inicio de la Liga.

El perfil de Moussa Sissoko no sería, en cualquier caso, muy diferente de otros colegas de profesión como los que integran ese núcleo duro de los amigos-agentes de Laporta, Pini Zahavi, Jorge Mendes y el fallecido Mino Raiola, los tres conocidos por asestar comisiones que han dejado temblando la tesorería del Barça repetidamente.

El origen de esta situación debe buscarse en la pésima gestión del final de su contrato por parte de Laporta y del resto de la dirección del fútbol profesional cuando, entre todos, permitieron que el verano pasado, concretamente en julio de 2022, bendijeran un acuerdo impresentable, ampliando su vinculación por dos años más, hasta 2024, incluida una vía de escape por la cual podía comprar su libertad por la mitad de cláusula (de 100 millones a 50 millones) a lo largo del mes de julio.

La jugada del agente del jugador no la vio venir Laporta, cegado en aquel momento por los aparatosos fichajes, algunos generosamente comisionados, de Lewandowski, Raphinha, Koundé, Marcos Alonso, Bellerin, Christensen y Kessié.

Con Ousmane Dembélé, en cambio, Laporta quiso parecer el presidente duro e inflexible que era capaz de someter y castigar al delantero francés por unos hechos que, ciertamente, nunca cometió. Si se recupera la memoria y la hemeroteca, se recordará que Dembélé fue acusado de no querer aceptar una oferta de renovación del FC Barcelona en enero de 2022 porque -se dijo- ya tenía varias ofertas de clubs europeos y lo único que pretendía era agotar su contrato azulgrana para poder irse gratis. Poco antes de darse esa coyuntura, Xavi ya había destacado su rol de delantero único e insustituible y Laporta había llegado a afirmar que «Dembélé es mejor que Mbappé».

Sin embargo, todo se torció cuando, en el mercado de invierno de la temporada 2021-22, Laporta le puso la obligación de aceptar la oferta a la baja de renovación del Barça antes del 31 de enero de 2022. El jugador y su entorno insistieron repetidamente que su intención era seguir en el Barça y que en ningún caso consideraban irse a otro equipo. Promesas que en el club nadie creyó.

Al contrario, lo que hicieron todos, Mateu Alemany, Jordi Cryuff, Xavi Hernández y Joan Laporta, fue adoptar la enérgica y valiente decisión de apartarlo del equipo y señalarlo como un enemigo declarado del club. Dembélé no se quejó ni amenazó con denunciar una actuación incoherente, compulsiva y represiva e insistió en querer quedarse. Finalmente, aceptó la imposición de la junta de cobrar bastante menos a pesar de seguir siendo considerado el delantero más desequilibrante del equipo.

El arreglo, incluido ese portal de salida que está abierto hasta las 24:00 horas del día 31 de julio de este 2023, no tenía ningún sentido cuando en esa misma época Laporta había fichado a Lewandovski, de 33 años, por cuatro temporadas. Con 25 años recién cumplidos, a Dembélé sólo se le ofreció firmar hasta junio de 2024; o sea, dos temporadas.

Laporta sólo vio en esa propuesta aceptada por su agente una victoria mediática a corto plazo, la sensación de que él había sido el presidente capaz de domar a esa fiera, finalmente atada y sometida a las condiciones impuestas por el club.

En todo este tiempo, Dembélé no ha cambiado su discurso ni su deseo de seguir vestido de azulgrana, eso sí, esperando y confiando en que la respuesta a su actitud y compromiso hubiera sido una oferta de renovación estable y a la altura de su rol en el equipo como demostró en el último partido con el Barça abriendo el marcador contra el Real Madrid.

Para Laporta, en cambio, el delantero francés ha sido el último de la lista, ha priorizado otras renovaciones y otros fichajes, no se sabe si porque en el fondo asegurar la continuidad de Dembélé era una complicación y otra adversidad de cara a ese margen salarial tan encorsetado y complicado de ampliar para poder asumir todas las operaciones pendientes.

A Laporta, al margen del criterio y de las necesidades de Xavi, le interesaba más deshacerse del delantero si al final llegaba una oferta o se acogía a la cláusula de 100 millones pactada, con esa peculiar oferta de verano de 50 millones en unos días determinados. Lewandoswki, por ejemplo, firmó con una cláusula de 500 millones y el último refuerzo, Gundogan, por 400 millones.

La renovación de Dembélé del año pasado fue, como es evidente, un despropósito y, sobre todo, un mensaje inequívoco y de desconfianza por parte del presidente hacia el futbolista, pues si hubiera sido de verdad una apuesta de futuro las condiciones planteadas habrían sido otras y con una cláusula que cerrase la puerta a cualquier club.

La gota que ha colmado el vaso, para el futbolista, ha sido saber que fue ofrecido por Laporta al PSG, más otro jugador, para abaratar el fichaje imposible de Mbappé.

A saber lo que puede hacer su agente, Moussa Sissoko, si se acaba concretando la salida del Barça de su futbolista, con esa prima personal de 25 millones para él. Que menos que invitar a Laporta a una buena comida en Vía Véneto o Botafumeiro.

El día más largo de Dembéle promete ser interesante. Pase lo que pase, incluido un arreglo de última hora para su continuidad, que sería caro a estas alturas, o que se acabe yendo por 100 millones y no por 50 millones -difícil dejar escapar una ganga como esta-, el Barça de Laporta habrá perdido a otra estrella que sumar a las de Messi, Griezmann o Mirotic.

Y Arnau Tenas, otro fichaje del PSG, se habrá ido gratis también gracias a que Laporta quiso ahorrarse renovarlo cuando podía automáticamente.

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