Mucho ruido

Hasta los grandes escritores se equivocan. William Shakespeare, que tan bien describió los repliegues del alma humana, la erró cuando tituló una de sus obras: Mucho ruido por nada. Al menos aquí, en el 2023, hay mucho ruido para mucho. Lo explico:

Según se dice, la democracia es la voluntad de la mayoría. Esto, que podía ser cierto en la Grecia de varios patricios desahogados, crea dudas en el mundo de hoy. Miramos Madrid: ¿Es la voluntad de la mayoría de que se privatice la sanidad? ¿O que unos pocos se enriquezcan en la próxima pandemia vendiendo mascarillas? ¿Quieren la mayoría de los andaluces que se degrade Doñana o que se privaticen universidades como se acaba de hacer? ¿Está seguro de que todos los votantes de Trias han sopesado, antes de depositar la papeleta, los principales rasgos de su gestión anterior (2011-2015)?, ¿han considerado también la influencia que, en caso de ser nombrado alcalde, tendrá el ruido que ¿le llegará de Waterloo? Creo que en su mayoría, no.

O bien, tal vez, simplemente, después de oír los gritos de guerra: «¡Barcelona está sucia!» o, “Los socialistas son unos… (ponga lo que desee, se han empeñado epítetos negativos para elegir y remover)”, no se han detenido a hacer ningún análisis; se han apresurado a coger la papeleta, y la han votado.

Democracia es la decisión del pueblo. Bien. Pero decidir significa elegir, y para elegir hay que conocer las diversas opciones, sopesarlas, evaluarlas y finalmente escoger. ¿Realmente se hace? En la lucha entre razón y ruido, va ganando el segundo por goleada. Sí, hoy, intencionadamente, se prevalece el ruido, el exabrupto, la descalificación, mientras se menosprecian las reflexiones personales o en grupo. El ruido es aturdidor. Que lo digan los vecinos de Primavera Sound o otros festivales, donde una multitud de juventud, y no tan juventud, hacen horas de cola para asistir a un concierto, donde se evadirán de cualquier preocupación haciéndose selfies enloquecidos. Me temo que muchos y muchas de ellos no tendrán después el cuarto de hora necesario para ir a votar.

¡Construir, una estructura, un relato, un país!, es trabajo de hormiguita, paso a paso, con saltos y tropiezos, pero sobre todo con reflexión sosegada, silenciosa, aprendiendo de los errores anteriores, sopesando las diversas opciones que en cada momento se presentan. Construir no hace ruido. Derribar, sí. Es por eso que cada vez más se vota «en contra de», con un arrebato de una ira inoculada astutamente por unos políticos que, de decir lo que piensan hacer, se quedarían sin escaño. En cambio, con su chapucero ruido, consiguen cuotas de pantalla y, de paso, degradar las bases de la democracia, lo que ya les va bien para sus propósitos finales.

Por eso es tan importante la labor de grupos como Còrtum, fomentando la reflexión y la puesta en común. Desgraciadamente, la tendencia general es la inversa: fomentar la emoción, en especial las pulsiones negativas denigrante -a menudo con mentiras o medias verdades- la figura del contrincante, y con ella la de todo el sistema democrático.

Ante las próximas elecciones, un consejo muy simple: tome la lista de todas las candidaturas; tache las que, por los medios de comunicación o las redes sociales, ve que emplean más tiempo en malhablar de los demás que en dar elementos de reflexión que faciliten juzgar la bondad de su propuesta. Y después, de los pocos que queden, en silencio y sin prisa, elija el que más pieza le haga. Seguro que será una buena y democrática elección.

Feliz verano.

(Visited 37 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

avui destaquem

Deja un comentario