Marruecos: Coincidencias y divergencias para un vecino inevitable

El último año nos ha dejado un goteo incesante de noticias acerca de Marruecos, un continuo de información que ha generado sentimientos muy contradictorios. Aún hoy, resulta indignante el abandono al pueblo saharaui por parte del gobierno español frente a las imposiciones marroquíes y estadounidenses. Una subordinación denigrante, agravada por la ausencia del monarca Mohammed VI en la última visita de Pedro Sánchez a Rabat, el pasado febrero.

Mirando al pasado, las relaciones con el país magrebí han condicionado la política española desde tiempos inmemoriales: Resulta inentendible el ascenso de Primo de Rivera sin contar con el desastre de Annual de 1921; así como la Guerra Civil, sin la “guardia mora”. En pleno siglo XXI esta dinámica no ha cambiado, vemos como las relaciones bilaterales entre ambos estados se han incrementado de manera exponencial, y es que, al margen de rencillas puntuales, nos unen una enorme cantidad de intereses de naturaleza política y económica. Para hacernos una idea más precisa de este hecho, España es el primer proveedor y cliente comercial de Marruecos, con 600 empresas operativas al otro lado del estrecho, deseosas de una mejoría significativa en sus relaciones con la burocracia marroquí. Este horizonte se atisba prometedor si tenemos en cuenta la aspiración del ejecutivo de Rabat por alcanzar un amplio desarrollo de las renovables, que pueda abastecer más de la mitad del suministro eléctrico del país. Una iniciativa ambiciosa, que implicará grandes ingresos para los proyectos españoles de energías renovables en la región norteafricana. Sin descontar el impulso que ello supondrá para los planes europeos de generar el ansiado hidrógeno verde, encargado de sustituir el uso del gas en la industria y el transporte. El hipotético suministro marroquí de este bien a la Unión Europea rompería con la dependencia energética europea respecto a sus competidores directos, haciéndolo una pieza clave en la geopolítica.

Por otra parte, la vinculación hispano-marroquí es algo más que una suma de ingresos comerciales, implicando a una amplia población de nuestra sociedad con ciudadanía en el país del Magreb. Para hacernos una idea aproximada, según los datos recogidos por el INE en 2021, las cifras alcanzarían los 872.759; sin contar a las generaciones nacidas en la península, pero con fuerte arraigo con la cultura y nación paternas. A lo que cabe añadir la siempre importante cooperación antiterrorista entre ambos estados para hacer frente al salafismo yihadista. Sin embargo, el principal condicionante de estas relaciones diplomáticas sigue recayendo en la cuestión migratoria que tantos debates ha generado en los últimos años: Marruecos es el último eslabón de un éxodo de sin papeles subsaharianos, que ha fomentado centenares de redes clandestinas establecidas en lugares como Senegal, Mali o Níger, entre otros. Esta triste situación ha sido aprovechada por la monarquía alauita como una herramienta de chantaje continua, capaz de causar la muerte de centenares de migrantes, cuya única culpa era el sueño de una vida mejor.

La violación reiterada de los derechos humanos no ha parecido incomodar a una de las autodenominadas grandes democracias del mundo, Estados Unidos, con unas conexiones históricas con la región norte africana que se remontan al reconocimiento de la soberanía norteamericana por parte del alauí Mohammed III, allá por el año 1777, en plena Guerra de Independencia contra Gran Bretaña. De ese momento a la actualidad, se han ido incrementando de manera exponencial las alianzas, más, dada la consolidación de China y Rusia en el continente africano. Frente a la pujante nueva ruta de la seda del gigante asiático y las actividades rusas en regiones como Angola o Sudán, Marruecos se constata como un agente primordial para el ejecutivo presidido por Joe Biden. A lo que, añadido a la reciente colaboración económico-militar con Israel tras los Acuerdos de Abraham (2020), le convierte en un país muy a tener en cuenta en el panorama internacional. Si bien, el deterioro de las relaciones franco-marroquíes es palpable, ello no ha frenado la euforia del momento a la hora de reivindicar territorios que nunca pertenecieron al reino magrebí: Ceuta, Melilla y las Islas Canarias.

En paralelo, Pedro Sánchez y el ministro Albares obsequian la tumba del sátrapa Hassan II, a la vez que anuncian la colaboración con Marruecos en el próximo Mundial de fútbol de 2030. Mientras un estado se fortalece militarmente y en el terreno diplomático, otro compromete sus relaciones con Argelia y su deuda histórica con el Sahara. Es el momento de que España emprenda una política soberana en el continente africano.

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2 comentarios en «Marruecos: Coincidencias y divergencias para un vecino inevitable»

  1. Sois muy pesados con el tema del sahara y nadie se ha dignado a preguntar a los saharauis marroquíes que viven en e Aioun y Dajla. También podriais hablar con los jefes tribales de los saharauis que viven en dichas ciudades. Satrapa sera Juan Carlos de Borbon que os ropa y se fuga y aplaudis con las orejas. No teneis respeto ni a los muertos..mientras vosotros os obsesionais con Marruecos, Marruecos suda de vuestra cara llegara un momento que la crisis en españa será inevitable y vivireis de las sobras que os de europa pero oiga Marruecos sera vuestro chivo expiatorio

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  2. Cualquier ignorante se declara experto en Marruecos. Basta copiar y pegar fragmentos de artículos de los dos extremos de izquierda y de derecha y formar una opinión. Es patético el desconocimiento de Marruecos por parte de gran parte de españolas.

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