Ansu Fati corre el riesgo de convertirse en el Umtiti de Laporta

Precipitadamente, lo renovó y le dio el ‘10’ de Messi por sus intereses con su agente y como recambio mediático de Leo cuando aun necesitaba recuperar del todo su rodilla

Joan Laporta i Ansu Fati

La historia juzgará, con el tiempo, si la continuidad de Ansu Fati en el Barça, propósito y empeño actual del jugador, acaba siendo una buena decisión. La actitud es la de alguien joven, valiente y motivado que, pese a las adversidades y las evidencias de que hoy no se parece en nada -o muy poco- al delantero que deslumbró al Camp Nou y al mundo en sus inicios, se resiste a tirar al toalla y a resignarse a un papel de suplente en el Barça de Xavi.

Esta semana su caso se ha puesto de actualidad por la inoportuna irrupción mediática de si padre, Boti Fati, que no ha tenido otra idea mejor que dejarse ir en una radio de Madrid, expresando su tremendo disgusto y malestar por la forma en que tanto el entrenador, Xavi, como la dirección de fútbol, Mateu Alemany (sobre todo), están maltratando a su hijo.

Para Bori, el dorsal 10 de Barça debería ser titular indiscutible y disponer de los minutos que otros compañeros suyos sí están teniendo para demostrar sus cualidades: “Si dependiera de mí -ha dicho- ya no estaría jugando en el Camp Nou, quizás lo llevaría al Sevilla”.

La rabieta no ha hecho más que complicarle la vida a un futbolista que está viviendo un calvario añadido al drama vivido durante dos años a causa de una lesión de menisco mal reparada. Aunque el Dr. Ramon Cugat, que lo operó hasta tres veces sin éxito, le eche la culpa a una deficiente recuperación, lo cierto es que Ansu Fati no es el primer futbolista del primer equipo del Barça que, después de pasar por las manos o el quirófano de Cugat, ha acabado, desesperadamente, en manos de otros médicos o, directamente, sin poder volver a jugar al nivel previo a la lesión.

Por más que su padre lo vea con esos ojos que reclaman a gritos la titularidad, lo cierto es que Ansu ha perdido aquella magia de sus dos primeras temporadas por la sencilla razón de que su rodilla, aunque apta para el entrenamiento, no le deja realizar las jugadas geniales y espectaculares que se propone realizar en los partidos. Le sigue faltando, desde su última recaída, esa chispa de goleador infalible e imprevisible.

Su caso guarda semejanzas con el de Samuel Umtiti, un defensa exiliado por la prensa catalana, víctima de un acoso y de una persecución periodística como nunca antes se había visto con la única finalidad de erosionar la gestión de la anterior junta directiva de Josep Maria Bartomeu. Umtiti fue renovado antes del Mundial de 2016 de Rusia, en el que se proclamó campeón, habiéndose convertido en un central admirado y aplaudido en el Camp Nou.

Cuando volvió del Mundial, afectado por una lesión de complicado diagnóstico, el central prefirió no pasar por el quirófano como recomendaban los médicos del Barça, su rodilla nunca mejoró y el suceso dio pie a todo tipo de especulaciones. Aunque todo indica que en ese Mundial forzó para jugar en algunos partidos, la interpretación preferida de la prensa catalana fue la de acusar a Bartomeu de haberlo renovado estando lesionado. Esa fue la versión que más convenía en un momento clave y decisivo de la ofensiva laportista contra la junta de Bartomeu.

Con Ansu, el proceder de la junta de Laporta no deja ningún resquicio a la duda, pues fue renovado y blindado con una cláusula de 1.000 millones y premiado con el 10 que acababa de dejar Messi cuando llevaba un año sin jugar como consecuencia de desaguisado del Dr. Cugat, persona de absoluta confianza de Laporta.

No importó ni se evaluó en aquel momento el riesgo de otra recaída o de efectos peores, como la imposibilidad de recuperar la mejor versión de Fati, pese a los conocidos problemas de su rodilla tras un año sin pisar un terreno de juego. Lo sorprendente de aquel golpe de efecto, sin duda mediático y propagandístico porque Laporta necesitaba tapar el dramático erro de haber echado a Messi sin contemplaciones, consistió en blindar a un futbolista que un año antes ya había sido blindado por Bartomeu con un generoso aumento de contrato y una cláusula de 400 millones.

Recién llegado Laporta a la presidencia, concurrió otro hecho destacado_ el cambio de representante de Fati a favor de Jorge Mendes, que favoreció la exagerada apuesta por aparentar que Fati había sido poco menos que un fichaje suyo.

La sensatez y la dinámica propia del fútbol sugería que, teniendo jun buen contrato como le había firmado el anterior presidente, Ansu Fati podía estar tranquilo sobre su futuro, fuera cual fuera el alcance de los errores médicos que tuvo la mala suerte de padecer.

El tiempo ha demostrado que aquel súper contrato no era necesario ni oportuno, pues además Laporta puso sobre los hombros de un futbolista demasiado joven una presión excesiva como hacer olvidar a Messi con sus goles.

La consecuencia fue que Fati se lesionó de cierta gravedad al poco tiempo, viéndose en la tesitura de elegir entre pasar por el quirófano o aferrarse una recuperación más tradicional, no invasiva, harto de las malas experiencias. El resultado de evitar el bisturí no ha respondido a las mejores expectativas, Fati arrastra dudas físicas y cierta rigidez a la hora de expresar su fútbol, lo que ha provocado este escenario de crisis dentro de su propio entorno familiar y en el de su agente, Jorge Mendes, también insatisfecho con este escenario.

La suerte de Fati es que, a diferencia de Umtiti, el coro mediático que podía haber destrozado su carrera, si hubiera enfocado los hechos como una perversión de la gestión de Laporta, que lo renovó sin necesidad -un favor a Mendes, sin duda-, Ansu y el presidente cuentan con su absoluto favor, comprensión y apoyo. Mejor para él. Debe aprovechar esta percepción y contexto tan favorable antes de que se le compliquen las cosas si futbolísticamente no remonta.

Igualmente fue un error de bulto por parte de Laporta descargar en sus hombros el peso sustituir a Messi dándole su dorsal y abusando de su ilusión sin antes haberle permitido recuperar la forma y todo el esplendor de su talento. Ahora se enfrenta a la posibilidad de que a Laporta le interese más un traspaso que abonar esa confianza que tanto necesita el jugador, ahora es el momento en que él y su familia conocerán al verdadero Laporta. Que se preparen para un verano muy complicado.

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