Catalán-castellano; una proposición indecente

Enero del 69; el busto de Franco sale disparado a la calle desde el despacho del entonces rector Estapé sin darle a nadie. Días antes pretendiendo ser amistoso pregunte algo en catalán a los de la brigada social presentes en la universidad (ahora están los cdrs); la respuesta no se hizo esperar; “¡oye si quieres que nos entendamos a mí, me hablas en cristiano!”, así que cambié el idioma de mi pregunta, por si acaso.

Casi medio siglo después presento mi amigo, catalán “de pura cepa”, a una amiga sevillana que le dice amable, “oye por mi puedes seguir en catalán, que lo entiendo bastante bien”, a lo que mi colega, y sin embargo amigo, le responde en catalán “es que no tenia pas cap intenció de canviar d’idioma benvolguda”.

El corte fue penoso para mi voluntariosa amiga que sufrió una gran decepción “Mira por dónde tras 45 años, estamos ante una vuelta de 180 grados, aunque las posiciones se parecen como dos gotas de agua. En un 2022 en con el “soufflé” pinchado, un procés muerto y los separatistas separándose, aún  quedan hiperventilados, uno de esos es el último video de Sibina, ferviente independentista conocida por sus larguísimos videos, eso sí, bien documentados, adoctrinamiento aparte. Una “psicóloga”, atribuye un “trastorno” que afectaría a los catalano-hablantes denominado “estrés lingüístico”, provocado por un estado de “sumisión ”, al que al parecer (No hay dato científico alguno) se ven sometidos los catalano-hablantes, al tener que cambiar de lengua, a pesar, según indica, que el 94% de los castellano hablantes conoce y entiende el catalán. Con esta teoría la psicóloga plantea invertir esta sumisión, transformándola en felicidad , al eliminar el “estrés lingüístico” sin que el afectado se sienta, como parece ser que sucede ; mal educado al seguir en catalán, o sumiso por cambiar al castellano.

Para Sanginés que así se llama la psicóloga, existe una norma que denomina “Norma de convergencia al catalán” (pienso en Pujol y su Norma 82). Esta nueva Norma” seria directamente, la responsable de que los catalanohablantes se pasen de forma masiva al castellano. Dicen que después de décadas de imposición lingüística, habría pasado a ser normal que, ante un castellano, el catalán se achante y se pase (sumisamente) a la lengua del otro y no mantenga la suya, o por el contrario se sienta mal educado de seguir en catalán y ello, una cosa u otra, le provoque un fuerte “estrés…lingüístico”. Los “malvados castellanos”, habrían conseguido que el catalanoparlante cambie al castellano en un 60% de los casos de forma automática, y eso le habría provocado un grave resentimiento emotivo.

La solución: “asertividad lingüística”, que  consiste sencillamente en lo que le ocurrió a mi amiga sevillana; de lo que se trata es de mantenerse inamovible en su lengua catalana, caiga quien caiga. Se pretende abolir así, la “falsa idea o concepto”, de que los derechos de los demás son más importantes que los nuestros propios. La propuesta que presume de “académica” es un ejemplo más demoledor del supremacismo fanático de este colectivo, aduciendo que no hay que cambiar de lengua, ni para facilitar la comunicación, ni por educación, ni por voluntad, ni por principios, ni en sueños, pues son sus derechos los que deben de priorizarse… esa es su asertividad. ¡Ah!  y sí al otro no le gusta, pues que se marche…o ya ni venga. Sin ninguna base empírica concluye “el modelo”, en una burda recomendación totalitaria; “mantener la posición”. Tal despropósito merece una denuncia a la comisión deontológica de su colegio profesional, pues ignorar las patologías tipificadas por la comunidad científica internacional frivolizando argumentos sin base alguna, supone una gran falta de respeto hacia las personas que sí sufren estrés y sus graves secuelas. En Cataluña nunca hubo conflictos significativos sobre ese tema y ningún catalán se sintió trastornado. Este mismo fin de semana en Cardona magnifica ciudad, aunque trufada de esteladas, y lazos amarillos, nos atiende un dependiente que cruza tranquilamente con nosotros catalán y castellano al darse cuenta de que mi acompañante no habla catalán, y en un momento le pregunta a mi interlocutora si comprende el catalán, puesto que una cosa es atender en castellano y otra ofrecer un explicativo complicado. Solo así sigue en catalán. ¿No deberíamos actuar todos así, con naturalidad, buena fe y mutuo respeto por ambas lenguas?

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