Laporta ya tiene vendido el 10% de los derechos de TV para salvar el ejercicio

Joan Laporta
Joan Laporta

Otra asamblea-ficción y manipulada, sin apenas participación, encubrió la necesidad de ingresar 200 millones antes del 30 de junio para ocultar nuevas pérdidas. Habría bastado con no provocarlas absurdamente el año pasado.

No existen demasiadas dudas respecto del talante cada vez más totalitario y caudillista del presidente Joan Laporta tras la asamblea ficción de este jueves, en la que no se registró ni una sola intervención contraria o crítica a la gestión más escandalosamente ruinosa del FC Barcelona. Una balsa de aceite gracias a los filtros, las limitaciones y los oscuros manejos de su equipo de comunicación y de quienes, empezando por el presidente, necesitaban sacar adelante los dos puntos del orden del día para añadir otro parche al caos económico y financiero actual del FC Barcelona.

Fue una gran parodia, absurda e incomprensible, consistente en convocar a los socios urgentemente a 14 días del cierre del ejercicio 2021-22 con la finalidad de intentar darle la vuelta a las pérdidas del anterior, de 481 millones, a base de vender los activos del club valiosos y más complicados de recuperar, como lo son su negocio más rentable ajeno a la competición, BLM, y una parte de los derechos de TV, que esta misma temporada representan el 27,5% de los ingresos del club.

¿Qué necesidad había de acabar pidiendo limosna a los propios socios y de malvender ese tesoro, probablemente las últimas joyas de la corona, cuando las pérdidas que asfixian hoy a la entidad fueron voluntarias y promovidas por la misma junta de Joan Laporta, que pudo evitarlas?

Una situación tan delirante como indecente que, ciertamente, ya cuesta atribuir a una incapacidad y negligencia manifiestas o a algún fin o interés personal perverso. En cualquier caso, tanto Laporta como Juli Guiu y Eduard Romeu, los directivos que defendieron los dos puntos del orden del día, hubieron de recurrir a todo su catálogo de mentiras y de embustes para darle una apariencia de habilidad y acierto a dos propuestas que suponen otro saqueo de los recursos del club y un golpe bajo mortal a sus estructuras económicas y financieras.

Para evitar este callejón sin salida habría bastado, en el cierre del anterior ejercicio, aplicar el sentido común, evitar los 283 millones de pérdidas atípicas e innecesarias, una reducción de la masa salarial del 20%, o sea de 123 millones, y simplemente reconocer que real y demostradamente el FC Barcelona ingresó 300 millones menos la temporada 2020-21.

De haber sido así, gracias a que LaLiga permite reflejar en el balance esas pérdidas covid en bloques del 25% a lo largo de las próximas cuatro temporadas, la situación estaría del todo equilibrada, el club tendría fair play financiero para fichar y habría podido celebrar la obtención de beneficios con cualquier operación, sólo una, de las cuatro opciones sobre la mesa: venta de Barça Studios, de BLM, de jugadores o de derechos de TV, sea en formato CVC o por su cuenta y riesgo, como ya ha decidido hacer.

En realidad, Laporta ya tiene cerrado un acuerdo de la venta de un 10% de los derechos de TV para los próximos 25 años, que hará público en breve, por 200 millones. Eso supone que, con el valor actual de esos derechos, solo los de LaLiga, calculando una subida mínima anual al mismo ritmo que hasta ahora, el Barça renuncia a unos 700 millones de ingresos durante ese periodo.

Se trataría, por tanto, de tapar el agujero de este ejercicio que, según algunas fuentes, podría llegar a esa misma cifra de pérdidas de casi 200 millones. Abrumada y presionada por esa situación, la junta de Laporta no tenía otra salida que cerrar a la carrera un acuerdo y aprobarlo por asamblea antes del 30 de junio.

Mientras se celebraba esa asamblea, más teatral que otra cosa, se confirmó la ruptura de las negociaciones con los más firmes candidatos a la venta del 49% de BLM, debido a que las expectativas de ese negocio, aunque óptimas, siguen sujetas parcialmente al contrato con Nike en bastantes aspectos. Ese ha sido un freno con el que los interesados se han encontrado de pronto.

La explicación más plausible, sin embargo, pasaría por la necesidad mediática del aparato laportista de filtrar y dar veracidad a las noticias sobre una venta inminente de BLM de cara a la galería y de cara a la asamblea, pues en el fondo no deja de ser una renuncia a futuros ingresos que el club necesita.

Laporta cifró esa operación en un mínimo de 200 millones con la posibilidad de llegar a 300 millones, de la misma manera que, afirmó, los derechos de TV no se pueden vender por debajo de los 200 millones cada 10%.

Por el momento, salvará las pérdidas de este año y nada más. Era otro embuste asegurar que el Barça necesitaba 600 millones para enjuagar el patrimonio neto negativo de 450 millones que lastra su fair play financiero y le impide fichar, pues el único propósito a muy corto plazo era el de no aumentarlo con el déficit previsto. Para equilibrarlo, lo primero era no provocarlo voluntariamente y desde luego solo harían falta 450 millones en ventas para reducirlo.

Esa presión añadida puede favorecer, por la propia desesperación de la junta, la venta del resto y de más activos, como jugadores, por debajo de su mejor precio. Por ejemplo, si Laporta acaba colocando el resto del 15%, hasta el 25% de los derechos de TV como pretende, el Barça dejará de ingresar mínimo 41 millones por temporada en los próximos años, o sea el 7% de los ingresos actuales. “Los podemos compensar fácilmente -dijo Laporta- con otra tipología de ingresos”, aludiendo sutilmente a ese contrato de Spotify del que sólo se sabe que ya está desfasado y depreciado respecto del mercado actual.

Claro que las promesas, pero sobre todo los cálculos y las cuentas de Laporta siempre hay que cuestionarlas y ponerlas en duda, tanto como sus afirmaciones.

Eduard Romeu, por su parte, volvió a mentir sin el menor rubor cuando afirmó que “nos encontramos con 450 millones de fondos propios negativos”, pues el último balance de Bartomeu, aprobado en una asamblea convocada por la junta de Laporta hace un año, arrojaba un saldo positivo de 30 millones, que pasó a ser de 450 millones en rojo en las cuentas formuladas por el tridente Laporta, Romeu y Reverter en la asamblea de octubre pasado, de los cuales casi un 60% fueron irracional y compulsivamente generados por su perturbadora imaginación y total impericia.

Algún directivo va culpando a Reverter de querer forzar la máquina para dar el salto a un modelo mixto SA y social como el del Bayern, una posibilidad en la que, no obstante, estuvo de acuerdo el resto de la junta, especialmente los pesos pesados.

A la farsa de una asamblea sin una sola intervención en contra, completamente manipulada y sin ninguna garantía sobre el control de asistencia, participación, que fue escandalosamente baja, y sobre el resultado de las votaciones, se añadió que el secretario de la junta, Josep Cubells, sólo extrajo párrafos sesgados y parciales del informe de la Comisión Económica, en los que se alimentaba la necesidad de mejorar las actuaciones económicas.

Podía deducirse de esa censura que había alguna recomendación o reflexión que no interesaba reproducir. Es lo que también quería su presidente Jaume Guardiola, candidato a la presidencia del Cercle d’Economia, pasar desapercibido y que su nombre no fuera ni mentado en la asamblea, porque hoy se avergüenza de haberle dado alas a Laporta para quebrar el club el año pasado con su anuencia y aprobación.

Otro que ha corrido a esconderse es el responsable del Espai Barça, el ejecutivo Ramon Ramírez. La versión de su salida más creíble la ha contado el periodista Jordi Bosch en Mundo Deportivo: “Hay una explicación personal y una profesional. Las razones familiares indican que deja el Barça para apoyar el nuevo y estimulante reto profesional de su mujer en el mundo de la alimentación. Por otro lado, el nuevo organigrama diseñado por Laporta ha creado algunas incomodidades en las oficinas del Espai Barça. Después de ser, junto a Maribel Meléndez, el artífice del rotundo éxito del referéndum de la financiación del Espai Barça, Ramírez vio cómo el presidente nombraba a Joan Sentelles, ex-consejero del Reus, como responsable en “el ámbito técnico y de contratación” y a Àlex Barbany como responsable comercial del proyecto. En esas fechas, 19 de marzo, TV3 anunció la dimisión de Ramírez. Entonces no fue así. Pero ya había mar de fondo”.

Esconderse del mundo y del entorno de Laporta es una reacción lógica y frecuente entre las ejecutivos más profesionales y serios.

 

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