Juegos olímpicos federalistas

Tras meses de contactos, negociaciones y anuncio de proyecto para la candidatura de los Juegos Olímpicos de invierno 2030, nos encontramos con un revés por el desacuerdo de una de las partes. El presidente de Aragón, Javier Lambán, ha rechazado la propuesta de la Generalitat que ha ofrecido Pere Aragonés. La falta de acuerdo entre comunidades autónomas no es una situación ajena a la trayectoria del Estado de autonomías de España.

Sin tener acceso al proyecto presentado por la Generalitat (y rubricado por el Comité Olímpico Español) ni contar con más detalles que los trascendidos en los medios de comunicación, es fácil comprender el rechazo de la parte aragonesa: la propuesta de la Generalitat concentra todos los actos de inauguración y de clausura en Cataluña.

Esta forma de proceder, sin trabajar una verdadera propuesta conjunta, nos demuestra que seguimos inmersos en la visión desigual y de barrer cada uno para su propia casa, habitual en  la trayectoria del Estado de las autonomías de España.

Una solución con receta federal sería la de repartir los actos de forma equitativa: los inaugurales para uno de los dos territorios y los de clausura para el otro. Estoy convencida de que si se hubiesen sentado a negociar con espíritu federal, o sea de cooperación y solidaridad, hubiesen llegado también a un buen acuerdo para el reparto del resto de pruebas y competiciones.

Ello sin tener en cuenta que para los que vivimos en los bellos valles pìrenaicos concebimos el Pirineo como un territorio geográfico único y con identidad propia, que acoge una intensa variedad cultural y natural (por eso también muchos utilizan la expresión Pirineos, en plural). Un territorio único e indivisible sin más fronteras que sus cimas verticales, lagunas y ríos que, por cierto, no incluye ni Barcelona ni Zaragoza.

Y, tal vez, el primer debate que se debería de haber puesto encima de la mesa es si este proyecto es ambientalmente viable y socialmente aceptado. Muchos territorios de alta montaña de los más diversos rincones del mundo han rechazado acoger juegos olímpicos, como Davos y Saint Moritz en 2022, Hamburgo en 2024 o Calgary (Canadá) en 2026. ¡Y sin por ello perder inversiones en mejoras y progreso para sus territorios!

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