Regreso al mientras tanto

La gestión del mientras tanto, en tanto que, faltada de épica, puede parecer fácil, pero no lo es, al contrario. El mientras tanto es poliédrico y difícil de gobernar. Cataluña se instaló hace no mucho en la epopeya, descuidando el mientras tanto. Algunos revuelcos de realidad después, a la espera de mejores tiempos, el retorno al mientras tanto no está resultando nada fácil. Que se lo pregunten si no a Josep González-Cambray, conseller de Educació del gobierno del mientras tanto, que recibió la primavera con una rebelión en las aulas. En procés d’assoliment, el republicano ha soliviantado al profesorado, mayoritariamente afín a ERC. Y, con las municipales asomándose y el aliento de Junts en la nuca, enemistarse con los profesores no parece la mejor de las ideas.

La gota que ha colmado el vaso de la paciencia de los docentes ha sido la modificación del calendario escolar. A principios de febrero, sin encomendarse a Dios ni al diablo, el conseller anunció que el próximo curso 2022-23 empezaría antes: el día 5 de septiembre en las escuelas y el 7 en los institutos. Éste sería, a grandes rasgos, el detonante, pero a esto hay que sumar un acumulado de agravios, que van desde la necesidad de incrementar la inversión educativa hasta llegar al 6% del PIB catalán, como dice la Llei d’Educació de Catalunya -ahora no llega ni al 4%-, pasando por la reversión de los recortes, el rechazo al nuevo currículo, la especialización del personal interino, y hasta llegar a la cobertura legal por la inmersión lingüística ante la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) sobre el 25% de clases en castellano. Por todo ello, y ante la falta de resolución de los problemas, los profesores suspenden y piden la dimisión de González-Cambray, un licenciado en marketing que no acaba de sintonizar con el profesorado.

El problema lo tiene ahora el presidente Pere Aragonès, al que se le acumulan los mientras tantos. El hombre debe contentar al profesorado -le va el cargo-, a la vez que no desautoriza, o no del todo, a González-Cambray. Esto, al tiempo que lidia con un gobierno más ocupado en buscarse las cosquillas los unos a los otros -los unos son ERC y los otros, Junts-, que preocupado en trabajar el mientras tanto, para resolver los problemas reales, aquellos que sí preocupan a la gente. El independentismo acabó dividiendo a los independentistas y, ahora que parecen abocados al mientras tanto, persiste la división. Como decía el dirigente de la URSS Nikita Jruschov -ahora que está tan de moda el mundo soviético…-, «los políticos siempre hacen lo mismo: prometen construir un puente, aunque no haya río». En Cataluña hemos estado mucho tiempo construyendo puentes donde no había ríos, y de eso llora la criatura.

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