Las otras guerras

Algunos amigos y analistas me recuerdan estos días en que estamos asistiendo a la terrible guerra en Ucrania que existen muchos otros conflictos bélicos y crisis humanitarias en el mundo. El recuento llega hasta setenta países donde se viven estos conflictos. Yemen, Siria, Afganistán, Palestina, Myanmar, Etiopía… la lista es tan larga como desconocida para mucha gente.

Hay quien se queja de que ahora se hable tanto en los medios de comunicación de la invasión rusa de Ucrania cuando siempre se ha ignorado o dado poca importancia a las otras guerras que sufre la Humanidad. No les falta razón. Pero esto no debería ser excusa para relativizar y, mucho menos, justificar el actual ataque ruso.

Es cierto también lo de que la primera víctima de las guerras es la verdad. Y la posibilidad de intoxicar informativamente se ha disparado en los últimos años gracias las redes sociales. El Parlamento ruso ha aprobado una ley que condena a 15 años de cárcel a los periodistas que no informen tal y como quisiera el presidente del país y los medios críticos con el gobierno tienen que cerrar sino quieren poner en peligro la integridad física de sus trabajadores. La Unión Europea ha prohibido la difusión de dos medios de comunicación que eran instrumentos de propaganda de la Rusia de Putin abriendo el debate sobre si debe mantenerse la libertad de expresión cuando el adversario en un conflicto como el de Ucrania no la respeta.

En Cataluña hace años que hay partidos, movimientos y medios de comunicación que juegan como le gustaba al entrenador de fútbol Xabier Clemente. Lo que importa es el resultado y no cómo se juega. La verdad se tambalea igual que el buen juego cuando se actúa así. Se pueden ganar campeonatos pero se pierde el gusto por el fútbol de la misma manera que se pueden ganar elecciones pero perder la buena convivencia.

Con la guerra de Ucrania y todas las demás guerras y conflictos deberíamos hacer lo mismo. Analizarlas buscando el máximo de información posible y resistiéndonos a dar por buena la primera información que cae en nuestras manos exaltando el comportamiento de los ‘nuestros’ o demonizando el de los adversarios, teniendo presente que el mundo está repleto de conflictos y que todos son importantes pero que ninguno justifica que haya otros.

Si algún día la paz impera en todo el Planeta no será porque la haya impuesto el más fuerte sino porque todo el mundo haya entendido que la violencia es la expresión de nuestro fracaso como seres humanos.

Mientras ese día llega, la autocrítica es imprescindible y no debe significar la parálisis en la denuncia de los crímenes de guerra. De todos.

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