Messi ya sabe que fue Piqué quien lo ‘traicionó’

Leo Messi, a París
Leo Messi, en París

Un periodista argentino de su confianza afirma que el central le dijo a Laporta que sin Messi se arreglaba el margen financiero. Ambos ya se habían enfrentado meses antes

Hace unos días, cuando Leo Messi pasó por Barcelona, invitó a cenar a sus dos mejores amigos del vestuario, Jordi Alba y Sergio Busquets. Con Gerard Piqué no se habla desde hace meses, una enemistad que se ha agudizado a partir de que, tras llegar a París y superar el primer shock de la patada que le dio Joan Laporta en el último momento, cuando volvió a Barcelona una mañana de agosto, pensando que iba a renovar por la tarde, ha ido conociendo la trastienda de lo ocurrido y, sobre todo, la participación de algunos de los personajes del entorno del presidente como la de Gerard Piqué. 

Leo sabe que su excompañero no sólo le quería fuera del vestuario, sino que directamente sugirió que sin Messi se iban a resolver los problemas de fair play financiero del momento. “Sin Leo, se arregla el tema del juego limpio financiero”, fue lo que Piqué le dijo a Joan Laporta poco antes de esa gran decisión según el testimonio del periodista Juan Irigoyen en El País. En un detallado artículo titulado El purgatorio de Messi en París, se relata cómo sufrió el delantero argentino para adaptarse a la vida de la capital francesa cuando fichó por el PSG a mediados de agosto y se recuerda el porqué de los problemas económicos que impidieron su inscripción para cumplir los parámetros del límite salarial exigidos por LaLiga. En este sentido, el artículo señala que Gerard Piqué llegó a transmitir al presidente Joan Laporta que la solución para la delicada situación en las arcas del FC Barcelona pasaban por la marcha de Messi, quien ya había quedado libre el 30 de junio tras vencer su contrato como azulgrana. «Sin tener claro por qué la directiva del Barcelona decidió no firmar el contrato pactado, a oídos de Messi también llegó una suerte de traición en el vestuario. Piqué habló con Laporta para decirle que la solución para el Barça era no renovar al 10 «, ha escrito un artículo con revelaciones exclusivas fruto de su vieja amistad y confianza con el delantero argentino.

Antes de esta confirmación por parte de Messi, los hechos ya sugerían que Gerard Piqué se había convertido en el confidente y espía de Joan Laporta en un vestuario donde Leo mandaba todopoderosamente y había señalado a Piqué como un mal compañero, insolidario y egoísta. Leo y Gerard habían protagonizado un fuerte enfrentamiento con motivo de la decisión de Josep Maria Bartomeu de rebajar un 12% las fichas de todos los deportistas profesionales del club, unilateralmente y al amparo de la ley, con motivo de la explosión de la pandemia el 14 de marzo de 2020. La medida sirvió para compensar la caída de todos los ingresos directos de las competiciones y evitar descontar el sueldo del resto de los empleados del FC Barcelona de la nómina no deportiva. Leo y Suarez no sólo no estuvieron de acuerdo sino que lideraron un movimiento interno para que algunos jugadores dispuestos a aceptar una regulación de sus fichas para adaptarse a la realidad económica. Ter Stegen y algún otro negociaron arreglos y Piqué, en concreto, aceptó una cierta rebaja, de 1,9 millones, pero a cambio de ampliar dos años su contrato, que acababa en 2022 estirándolo hasta 2024, incluyendo el pago de una prima de fidelidad final de carrera de 11 millones, asegurándose 30 millones mínimo por temporada de esta extensión.

Messi consideró esa maniobra como una traición y así lo escribió en la pizarra del vestuario junto a una lista en la que aparecían los nombres del resto futbolistas de los que habían renegociado sus condiciones. La bronca entre ambos fue de las que hacen historia. Para que se pueda comprender mejor, Piqué aceptó de Bartomeu una rebaja coyuntural a cambio de un contrato final de fábula, una especie de trato embustero si se analiza desde el punto de vista del ’sacrificio’ que estaba dispuesto a hacer en beneficio del club. Ninguno.

Pero para convencer a Messi y al vestuario de que él seguía siendo un compañero solidario y molesto con el trato de la junta directiva ese mismo día, en vísperas del Barça-Madrid, el central ató una entrevista con La Vanguardia en la que destrozaba la gestión de Bartomeu y le echaba la culpa de la mala situación del equipo, incluidas la destitución de Valverde y la contratación de Quique Setien, dos de las acciones que el propio vestuario había promovido y sugerido al propio presidente a la vista de la situación y el estado anímico y de las relaciones internas entre los propios jugadores y el cuerpo técnico. Un bombazo sin venir a cuento, provocando un revuelo mediático que no ayudó, al contrario, a preparar el Clásico contra el Real Madrid.

Gerard Piqué, por tanto, pudo alimentar un resentimiento y una cierta incomodidad que, según los testimonios, le habrían llevado a intervenir en contra de la posibilidad de que Messi no renovara el verano pasado. Laporta, ciertamente, ya tenía motivos económicos de sobra para deshacerse de un compromiso que él había adquirido con Leo para renovarlo por dos temporadas y 200 millones que el argentino aceptaba cobrar en cuatro años. 

Con los economistas, los ejecutivos y los avalistas en contra de afrontar ese gran esfuerzo, el nuevo presidente evaluó que con Messi no podría controlar el vestuario, ni siquiera podría entrar como hace ahora, mientras Piqué le ofrecía una perspectiva idónea, un confidente y un influencer entregado a su causa y capaz de controlar a los nuevos y romper la disciplina de los capitanes, básicamente Busquets y Alba, como ha ido haciendo cuando a la directiva le ha convenido que Gerard Piqué actuara como portavoz.

En eso se ha convertido el central repudiado por Messi y blindado por Laporta, en otro altavoz mediático que, por cierto, lleva calladito unos días después de haber dicho descaradamente que con Xavi los futbolistas deberían realizar el sobre esfuerzo que no hicieron con Koeman. Piqué ya no da la cara en los malos momentos, prefiere refugiarse en Twitter para llamar “sinvergüenza” a Freixa, admitir que rompe la dieta que le marca Xavi o afirmar que “si yo fuera presidente enviaría el entorno a tomar por culo”.

Esta actitud lenguaraz no es aislada ni casual sino que se va arraigando producto del mimetismo con los altos cargos del club, como el propio presidente,  que insulta a socios y a los árbitros y a directivos tipo Mike Camps, que también le falta el respeto sistemáticamente a todo aquel, periodista o barcelonista, que no se declara laportista, por no hablar de barriobajeros del Twitter como Modolell o Massip, al que se va uniendo Lluís Carrasco, quien acaba de escribir lo siguiente sobre Dembélé: “Genera tensión, mal rollo, incomodidad, egoísmo y http://nul.la integración. Ni marca goles ni los da”. 

Sin duda se vive con nerviosismo la decepción de un proyecto que en menos de un año ha ido quemando todas sus expectativas. 

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