El Barça jugará por primera vez en su historia la Europa League, la segunda competición continental, confirmando que hoy, sin Messi, está muy lejos de poder competir con los grandes. Real Madrid, Bayern, Chelsea, City, PSG, Manchester United, Liverpool o Inter y alguno más de los potentes equipos a los que el Barça tuvo sometidos durante una década están hoy en ese nivel top, inalcanzable para el equipo de Xavi Hernández.
La estructura del equipo azulgrana actual, desmadejada como resultado de la pésima gestión deportiva de Joan Laporta, sobre todo tras eliminar de la ecuación a Leo Messi y Antoine Griezmann de una tacada, ha hecho descender al equipo al nivel que le está marcando cruelmente la competición, dejándolo fuera de las plazas europeas en la Liga y completamente KO en la Champions.
La estrategia mediática y propagandística de Laporta, a quien le vino bien estirar la agonía de Koeman para justificar los malos resultados con cargo al pasado -al entrenador de Bartomeu- ha sido otro error de cálculo pues la llegada de Xavi tampoco ha ido acompañada de un discurso realista y hasta cierto punto humilde. El entrenador de Terrassa ha generado, por culpa de un entorno mediático pernicioso y manipulador, sobre todo corrosivo con el anterior técnico holandés, unas expectativas muy por encima de las posibilidades del equipo y del propio nuevo director de juego.
A Xavi le ha pasado factura, aunque puede rectificar a partir de ahora, intentar jugar un rol de equipo rodillo y protagonista, cuando la realidad es que al Barça hoy le llega para jugar como un equipo más modesto, enderezar sus sistemas defensivos y afinar las contras.
El Barça no es, ni lo era tampoco al empezar el campeonato, un equipo capaz de dominar los partidos como lo hacía antes, mucho menos sin Messi y con las lesiones que, además, han contribuido a empeorar esos recursos atacantes que, igualmente, son más productivos al contragolpe que como argumento de superioridad.
La primera parte de esa ‘final’ ante el Bayern así lo demostró también. El Bayern lo partió por la mitad pese al enorme esfuerzo del equipo de Xavi por presionar y querer pasar por encima de un equipo que, hoy por hoy, es un aspirante más que serio a la Champions. El 3-0 fue inapelable.
Para el Barça es una catástrofe deportiva y económica, además de un golpe a su prestigio como la primera entidad deportiva y social del planeta. Con un presupuesto de 765 millones, jugar la Europa League supone un descalabro en todos los sentidos. También para esos fichajes que el Barça necesita de cara al futuro, ahora con más dudas sobre si dejarse tentar por jugar en el Camp Nou.
Para el propio futuro de Dembélé, que muy pronto ha de dar una respuesta a la oferta de continuidad propuesta por Laporta, planteada ciertamente con menos entusiasmo del que sugieren las cifras del nuevo contrato.
Mientras tanto, eso sí, el Barça sigue empeñado en una gran batalla por echar a Javier Tebas de LaLiga haciendo un frente común con el Real Madrid y el Athletic. A Laporta lo que le interesa, más que cualquier otra cosa, es que le quiten los avales, gobernar el club sin control y empezar a gastar dinero en el Espai Barça.
El dominio social que le arropa puede aguantar todavía nuevos reveses. Pero estaría bien, y el socio se lo agradecería, que la junta gobernante acertara en alguna de las decisiones. Después de casi nueve meses ya tocaría.
El Barça no caía eliminado en la fase de grupos desde la temporada 2000-01, hace veinte años. Más o menos también son veinte millones las pérdidas por caer en la Champions. Este reto sí que no lo había logrado Laporta en su anterior mandato. No lo ha vuelto a hacer, se ha estrenado como el presidente que cae en la primera fase de Champions.
