El otro frente estatutario en el que Joan Laporta pretende dar un giro absoluto se refiere a su intención manifiesta e inequívoca de reducir a la nada la Confederació Mundial de Penyes, borrar para siempre su reconocimiento estatuario vigente y el de su actual organización autónoma y democrática, o lo que es lo mismo, la defunción y desaparición del movimiento.
Para empezar, ha anunciado otra redacción de su definición completamente distinta. Esta es hoy la magnitud y sensibilidad de su papel en el barcelonismo reconocidas en los estatutos:
1) El FC Barcelona reconoce las ‘penyes’ como movimiento social por su historia, extensión territorial, pluralismo social, consolidación y proyección pública del Club.
2) Las ‘penyes’ se agrupan en federaciones territoriales que a su vez forman parte de la Confederació Mundial de Penyes del Fútbol Club Barcelona.
3) Las ‘penyes’ se constituyen de acuerdo con el Reglamento de Penyes que es aprobado por la Confederación y la Junta Directiva del Club.
El texto nuevo sometido a aprobación de la asamblea no tiene nada que ver:
“Las ‘penyes’ tienen personalidad jurídica propia y serán constituidas y reconocidas por el Club, de conformidad al Reglamento de Penyes aprobado por la Junta Directiva.”
“Con esta propuesta de modificación, se quiere reconocer la individualidad, la personalidad, y la independencia de las ‘penyes’ respecto del Club y terceras organizaciones, así como la facultad del Club de regular la relación con éstas”, justifica la junta, lo que sin duda supone un juicio sumarísimo a las ‘penyes’, que se completa con el siguiente cambio: “Las ‘penyes’ debidamente constituidas podrán dirigirse de manera individual y directa al FC Barcelona, o bien agruparse territorialmente según los criterios y a los efectos establecidos por el Reglamento de ‘penyes’”.
En su presentación, el “objetivo de esta propuesta es eliminar cualquier discriminación en la relación entre el Club y las ‘penyes’, permitiendo que éstas, si así lo desean, se puedan relacionar directamente con el Club, sin la intermediación de ningún otro interlocutor”.
Un exterminio de las Penyes que se remata, como era de esperar, con la expulsión de los miembros del plenario de la Confederació Mundial de Penyes de la asamblea, pues los estatutos les concedían hasta ahora la condición de compromisarios.
Ya no hay dudas ni matices por si quedaba alguna duda. Tras la suspensión unilateral por parte de la junta del convenio en vigor que regulaba la relación entre el club y la Confederació Mundial, el desahucio determinado posteriormente, que acabó con ejecutivos y miembros del plenario en la calle, y la propuesta de un régimen estatutario en contra de todos aquellos avances y organización elegida por las propias ‘penyes’ del FC Barcelona (1.300 ‘penyes’ y 160.000 ‘penyistes’) viene a ser el golpe definitivo a su estructura y razón de ser, a todo aquello por lo que llevan luchando y trabajando hace más de diez años.
El modelo que Joan Laporta quiere repetir es el de actos como el del miércoles pasado en Palos de la Frontera (Huelva), protagonizado por un miembro de la nueva comisión social como es Rosendo Romero, que se aprovechó del cargo y de sus privilegios para organizar una cena sólo para su ‘penya’, mientras desde el club se da la espalda al resto de las ‘penyes’ de Andalucía, Ceuta y Melilla bajo el paraguas de su Federación y la Confederació Mundial. La actitud y comportamiento mezquinos, burdos, ridículos y vergonzosos de Rosendo Romero son con los que Laporta se siente a gusto en el ámbito de las ‘penyes’, que sean sumisas, que sus presidentes sean palmeros y que se ganen su atención como Rosendo Romero, a base de mariscadas épicas y fiestas hasta el amanecer.
Las ‘penyes’ tienen ahora la palabra. Habrán de decidir si siguen ofreciendo diálogo y extendiendo la mano a la junta o bien asumen que su supervivencia pasa por iniciar la defensa de lo que verdaderamente son, puro y honesto sentimiento barcelonista, en contra de quien pretende acabar con su independencia y organización.
