Piqué ya es un profesional del entorno

Utiliza sus canales mediáticos para afianzar su apuesta por Laporta y se suma a la campaña pre-asamblea contra Bartomeu

El jugador del Barça Gerard Piqué

La relación tan estrecha, oportuna y desarrollada en los últimos meses entre Joan Laporta y Gerard Piqué ni es casual ni es espontánea. El presidente, que sabía cómo iba a acabar de mal con Messi, vio que el central estaba dispuesto a jugar determinadas cartas en un contexto tan delicado del club, de su estatus como futbolista, claramente en la recta final de su carrera, y de un futuro como empresario que también quiere orientar en la dirección del mundo del fútbol y del deporte.

Laporta necesita a Piqué y Piqué, por así decirlo, necesita a un presidente en el que ha detectado y confirmado esa misma convicción, compartida por ambos, de que el Barça se ha de gobernar completamente de espaldas al socio y a favor de los intereses de quienes, como él mismo en el vestuario, se auto-imputan el derecho a decidir por los demás. Es como si estar en el foco público y soportar esa presión, en el palco o en el campo, justificara aprovecharse de una posición de privilegio para beneficiarse personalmente.

Gerard Piqué, que nunca ha sido elegido capitán hasta que por edad le ha correspondido -Mascherano pasó por delante suyo los años que estuvo en el club- se siente ahora protegido y amparado por un poder extra-club que Laporta le ha enseñado e insinuado en sus encuentros de ‘trabajo’. Ha sido en la intimidad de ese espacio donde forjaron y prepararon el adiós de Messi, por ejemplo, y la precipitada -se verá si del todo cierta- rebaja de sueldo que los capitanes no veían clara y que ahora, bajo presión, no han tenido más remedio que aceptar, cuando menos en la apariencia. También le ha enseñado Laporta cómo es de importante esa licencia del entorno político que también utiliza como escudo y herramienta en sus intereses propios.

Por eso hoy, Gerard Piqué, se ha convertido en un abanderado del laportismo, fruto de una conexión que nadie hubiera predicho, entre otras cosas porque fue bajo la llegada de Laporta cuando el juvenil Piqué fue expulsado como quien dice del Barça, motivo por el que acabó en el Manchester United, o más bien cedido al Zaragoza un año para jugar como suplente otro en el primer equipo. Cuando el Barça necesitó un central en 2008, Piqué era una auténtica ganga en el mercado que Tito Vilanova, muy acertadamente, quiso aprovechar. El ManU apenas opuso resistencia económica a su salida.

A Pep Guardiola le costó alinearlo como titular, pero no por su calidad sino por su carácter y personalidad, porque le replicaba cuestiones futbolísticas, por su rebeldía y porque frecuentaba los casinos y no se cortaba a la hora de salir con sus amigos. Fue con el consentimiento de Laporta, que puso a su disposición los detectives Método 3, que Piqué fue objeto de numerosos espionajes a su vida privada, compañías y negocios. Si hubiera podido, lo intentó varias veces, de hecho, Guardiola se lo hubiera sacado de encima.

Hoy, en cambio, ese pasado ya no cuenta. Piqué piensa sobre todo en cómo acabar de obtener del Barça ese otro plus e impulso para sus innegables ambiciones de control del club, de su entorno y del negocio del fútbol, teniendo como inversor al propietario de Rakuten y una empresa como Kosmos con la que juega a ser un empresario de peso.

De sus relaciones con el ex-presidente Josep Maria Bartomeu se sabe que no son buenas desde que, como ha trascendido, Kosmos intentó hacerse con el Barça Corporate y Bartomeu le cerró el paso en aplicación del código ético del club, que impide a los empleados tener una relación comercial o empresarial con el Barça. Piqué buscó una entrada trasera pero también le fue cerrado el paso.

Bartomeu fue inflexible, del mismo modo que, al contrario, con Laporta tiene las puertas abiertas para medrar todo lo que quiera. Bartomeu le cortó las alas después de que Piqué hubiera mediado extrañamente en la organización de un partido del Barça en Sudáfrica, con enormes beneficios para el vestuario y casi nada para el Barça, y como enlace y negociador de las condiciones de participación de los jugadores en el documental Match Day, nido de productoras, entre ellas Barça Studios, la suya con Rakuten y la de Jordi Évole.

Piqué se ve saltando de aquí para allá en estos tinglados, ahora con el plácet de Laporta y con Ibai Llanos como socio mediático para el mercado español, un aspecto que Piqué cuida mucho más de lo que parece.

En sus declaraciones, además, denota el rumbo que ha dado a su vida azulgrana, ya como profesional del entorno. Sobre Bartomeu, en sintonía y refuerzo del discurso de Laporta, se atrevió a insinuar que ha sido uno de los peores presidentes. O casi. “Si ha sido el peor no estoy capacitado para decirlo, de los que yo he vivido, debe estar ahí”, dijo. Claro, su memoria alcanza a recordar a Núñez, pero sobre todo a Gaspart. De ambos, su abuelo Amador Bernabéu, figura ilustre e indiscutible del barcelonismo social, fue leal y eficiente directivo, razón por la que no puede, en público, afear ese pasado. Para medio arreglarlo, añadió: “Todos tenemos culpa de la situación actual, pero es evidente que el club no ha ido en los últimos años hacia donde queríamos todos los culés”. Se supone que se refiere sólo al primer equipo, pues está claro que tanto las secciones profesionales como el fútbol base han arrojado un balance excelente.

Habiendo sido testigo, cómplice y protagonista de la tiranía y el abuso de poder de ese vestuario, que ha sido caprichoso, mandón y vengativo con la junta anterior, debería medir esas palabras. Sobre todo cuando él, como jugador, ha salido en la foto de todos los goles que han crucificado al Barça en la Champions siendo con Messi y el resto uno de los ‘veteranos’ de los que no han querido admitir esa decadencia inevitable. Piqué fue el que dijo que “Neymar se queda” y el que le puso una cámara a Griezmann para que dijera “no” al Barça. Posiblemente sea el menos indicado, y lo sabe, para juzgar a nadie y menos a una junta que, seguramente era inevitable, ha tenido que pagar los platos rotos de un final de ciclo tan amargo.

También Pique ha convencido a Laporta, no a Koeman, de que se quede Umtiti, jugador al que representa su empresa, Kosmos. Está claro que si se queda Umtiti él mismo tiene menos competencia para jugar. Sin el alta médica Piqué ha actuado estos días como si no fuera jugador del Barça; en primer lugar, porque cuando un futbolista está de baja no aparece en los medios (seguramente estar con Ibai Llanos en su canal son negocios) y, en segundo lugar, porque no es compatible con la recuperación practicar otros deportes. Piqué y su familia fueron ‘cazados’ haciendo surf en Oyambre (Cantabria) el fin de semana pasado. No pasa nada, tampoco.

Eso sí, tiene claro que “veo cinco años muy buenos del Barça por delante”. ¿Casualidad que sean los cinco que le quedan de mandato a Laporta en el Barça? Piqué tiene claro a lo que juega ahora mismo, a preparar el clima bélico e irrespirable contra Bartomeu en este periodo pre-asamblea (mediados de octubre) que tanto le interesa a Joan Laporta.

Hay quien ya bromea en las redes con esa afirmación, sugiriendo que para que se dé ese supuesto a lo mejor Piqué tiene que avalar a Laporta a partir de noviembre. ¿Broma?

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