Lluís Carrasco, otro que se despierta ahora

Laporta se aburría y no quería ir a las reuniones donde Carles Tusquets explicaba a los candidatos la grave situación económica del club

Lluís Carrasco en Esport3
Lluís Carrasco en Esport3

La factoría de falsedades en torno a la figura de Joan Laporta la promovió ya en las elecciones su director de campaña, Lluís Carrasco, que pudo disponer de un presupuesto incalculable para todas sus acciones, incluida la pancarta. En cifras aproximadas, Laporta se gastó casi cuatro millones de euros, si es que finalmente determinadas partidas se pagaron del todo, o si TV3 y, en general, la Corporación terminó haciéndole un precio muy ajustado por los cientos de anuncios de «Queremos al Barça» que se repitieron diariamente durante la campaña.

Autobuses y tranvías con vinilos, anuncios en los periódicos, cuñas de radio y entrevistas impuestas y negociadas a cambio de favores futuros, con presiones a los medios para recortar o suprimir los anuncios de los competidores. El equipo de Joan Laporta no dudó en alquilar, además, un espectacular centro de operaciones, ya equiparse con un organigrama en el que sus propios integrantes reconocieron que tardaron en encontrarse por amplio y sobrado de recursos.

Cuando su director y principal responsable, Lluís Carrasco, saca ahora la excusa de que «durante la campaña, Joan Laporta no se imaginó esta situación en el Barça», cabe preguntarse en qué mundo vivían él y el candidato, rodeados de fastos, medios exagerados y recursos sin límite en plena pandemia. A Lluís Carrasco, que se presta siempre que puede a acaparar las alabanzas por la victoria electoral, se le podría preguntar quién financió realmente la campaña cuando, a la hora de la verdad, ni Laporta ni su núcleo duro tenían la menor intención ni medios para avalar 124,5 millones de euros, y mucho menos para gastarlos en una campaña de opulencia y de generosidad publicitaria sin precedentes.

En todo caso, por la extrema duración de la campaña de Víctor Font, podrían rivalizar en inversiones que ni el uno ni el otro han explicado ni aclarado. Toni Freixa jugó visiblemente en franca desventaja porque no puso un solo anuncio hasta la última semana, y finalmente fueron escasos. Prácticamente no gastó nada, en comparación.

En cambio, al menos así lo explicó el candidato Freixa, era plenamente consciente de la situación del club, primero como socio atento a la actualidad y también como receptor de la información económica proporcionada por el mismo FC Barcelona. Pero, sobre todo, porque el presidente de la Comisión Gestora, Carles Tusquets, trasladó a los candidatos con todo lujo de detalles y advertencias cuál era realmente el punto crítico en el que se encontraba la gestión, enfrentada a una masa salarial tan elevada ante el derrumbe de más del 40% de los ingresos.

Laporta estaba al corriente, con la diferencia de que en estas reuniones se mostraba apático, aburrido y desinteresado, hasta el punto de transmitirle a Tusquets su nulo interés en estas reuniones, mucho menos para tratar de reforzar el equipo con Eric Garcia o Depay, en aquellos momentos.

Lluís Carrasco se hace el despistado o se traga las falsedades de Joan Laporta, al que seguro ha llegado a conocer de cerca. Nadie que se aproxime tanto al personaje y a su conducta puede seguir defendiéndolo a no ser que le vaya el empleo o muchas ventajas intangibles, como le sucede a él con su amistad y buena relación con el presidente del FC Barcelona.

Es curioso que Carrasco fuera el protagonista de una pieza del Telenoticias de TV3 en la campaña de salvación y edulcoración de Laporta por haber engañado a Leo Messi, uno de los ejes de la campaña electoral que tan bien movió el mismo Carrasco. Salir ahora a «desmentirse» suena a ignorante, lo que es aún más grave, o a manipulador, terreno en el que por supuesto es especialista. «No esperaba -dijo en TV3- una situación tan dramática». ¿No sabía nada de la pandemia?

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