Desmontando las mentiras de Marc Duch y de Marc Ciria

Un especial en 'Clam Culé' revela hasta qué punto están dispuestos a falsear la realidad al servicio ciego del laportismo

Guillem Borràs, Marc Duch y Marc Ciria
Guillem Borràs, Marc Duch y Marc Ciria

Marco Duch y Marc Ciria representan hoy día a este entorno de barcelonistas que son capaces de generar opinión y aportar, con sus comentarios y actuaciones, puntos de vista de interés y de credibilidad. Hay que ver, sin embargo, el grado de esta garantía o fiabilidad de sus comentarios cuando se salen de la crítica y de la opinión, que son libres, y exponen tan abierta como erróneamente afirmaciones sobre hechos inciertos y falsos. Esto les pasó intentando desmontar todas las «mentiras» de la carta de Josep Maria Bartomeu en el programa Clam Culé de Guillem Borràs, en YouTube, proponiendo una lectura minuciosa de su contenido sobre la base preconcebida de que la totalidad de la carta eran fábulas, falsedades y manipulaciones.

Para empezar, tanto Marc Ciria como Marc Duch, admitieron la absoluta veracidad del primer punto de la carta, en la que el ex-presidente le recuerda a Joan Laporta que las cuentas del ejercicio 2019-20 fueron aprobadas por la asamblea de compromisarios del día 20 de junio, por mayoría absoluta. Una mentira menos sobre el total. Claro que, de Marc Duch es posible esperar cualquier cosa, porque el portavoz y enlace político del voto de censura en contra de la junta de Josep Maria Bartomeu dirigió aquella gran movida reclamando y proclamando su absoluta independencia de cualquier interés o grupo electoral.

Llegó a afirmar alto y claro que, en ningún caso, tras el éxito del voto de censura -que daba por ganado- participaría en las elecciones posteriores. Cuando llegó la hora de la verdad, Marc Duch fue el gran fichaje de Víctor Font como responsable absoluto del área social. Y esto contradiciendo, mintiendo, claro, su propia aseveración y poniendo en duda que Víctor Font hubiera trabajado tanto los años anteriores para presentar el mejor equipo posible. El fichaje de última hora de Marc Duch coincidió con el momento en que la recogida de firmas de Víctor Font no pasaba por su mejor momento.

Marc Duch, reconocidamente, es un ‘mago’ de las firmas, como ya demostró en el voto de censura actuando desde la trastienda de Jordi Farré -el promotor real del voto de censura- presentando más de 20.000 firmas que nunca se terminaron de revisar por completo. Luego, en las elecciones, Farré mintió no sólo sobre el número de las obtenidas, sino también cuando aseguró ante la prensa que las entregaba al club sólo un minuto antes de ser grabado rompiendo, destruyendo y tirando a la basura el contenido de las cajas en las que, presuntamente, estaban guardadas y ordenadas sus papeletas. Vergonzoso y verdaderamente sospechoso de tantos misterios que rodearon el voto de censura.

Tanto Marc Duch como Jordi Farré forman parte de este entorno en contra de Bartomeu y de Rosell que, desde el 2010 e incluso antes, no les ha dado un respiro ni en las redes ni en la prensa. Precisamente, en este programa de Guillem Borràs, Duch y Ciria estuvieron de acuerdo a reafirmarse y vocear otro de esos mantras que, siendo mentira, la oposición a la junta anterior no deja de repetir. Lo hace porque también el periodismo, como en este caso el presentador, ignora la realidad de los hechos o no es capaz de incorporar a este tipo de tertulias a alguien mejor informado o simplemente informado. El mantra en cuestión consiste en reiterar que el juez de la acción de responsabilidad contra la directiva de Joan Laporta negó, eliminó y borró para la historia las pérdidas de su mandato, de 47,6 millones de euros.

La sentencia que no fue ejecutada
La realidad es que la sentencia, que nunca llegó a ser recorrida en la Audiencia Nacional, eximió, en primera instancia, de la reposición de las pérdidas sobre la base de un cálculo propio, personal e intrascendente del juez, que nunca tuvo la intención de hacer pagar a nadie por unas pérdidas y una acción de responsabilidad que, en todos los fundamentos jurídicos, dio la razón al FC Barcelona, admitiendo las pérdidas y la razonabilidad de la reclamación. Igualmente, lo que se saltaron a propósito el juez y también Marc Duch y Marc Ciria, a pesar de ser personas preparadas profesionalmente -de modo que sólo hay atribuirles la mala fe y la actuación tendenciosa y manipulada por parte suya-, es que los acuerdos de la asamblea de 2010 fueron impugnados y llevados al juzgado por la junta de Joan Laporta.

De una en una, la sentencia firme de la Audiencia Provincial ratificó como válidas las incertidumbres y correcciones del auditor sobre la liquidación de la temporada 2009-10 -los números de la cabina de los hermanos Marx presentados por Sala Martín y Joan Oliver-, dejando invariablemente, para siempre y por desgracia para el club, unas pérdidas de 80 millones del ejercicio y de 47,6 millones del mandato, una cifra que sigue restada del patrimonio neto del club, que era negativo cuando Laporta terminó su mandato de -60 millones de euros.

Esto es lo que está en los libros del club y de esta asamblea, con sus acuerdos, que ya eran cosa juzgada cuando después, sobre la base de esta sentencia que no estimó ninguna de las pretensiones de Joan Laporta, se presentó la acción de responsabilidad, la primera de la historia. Se juzgaba si la reposición de estas pérdidas, como exige la ley, debe realizarse contra el patrimonio personal de los directivos y, en caso de que lo hubiere, con este aval que, en el caso de Laporta, tampoco ser puesto en su momento, por lo que también fue condenado a cubrirlo en sentencia firme del Supremo.

Claro que, entonces, ni por la sentencia de asamblea, cosa juzgada, ni por la sentencia de los avales se realizaron programas especiales como este de Guillem Borràs. Corrió, en cambio, un sombrío y largo silencio en los cuarteles ‘laportistas’ que perduró hasta que la directiva de Bartomeu, el sector ‘laportista’ y de negocios liderado por el ex-vicepresidente Carles Vilarrubí, ante el riesgo de una sentencia condenatoria en contra del ex-presidente, decidió retirar la demanda y así evitar también, entre otros males, que la aseguradora Zurich cubriera por su parte 25 millones de la demanda.

Vilarrubí poseía en ese momento intereses accionariales en el grupo que controlaba la aseguradora. El juez la había dejado prácticamente condenada en esa misma sentencia que nunca vio la luz ni fue ejecutada y que, en ningún caso, modifica el resultado financiero y contable del primer mandato de Joan Laporta. Laporta, como advirtió, lo ha vuelto a hacer multiplicando por más de cuatro las pérdidas del club en sólo tres meses de mandato. ¿Hace falta un especial de YouTube de este hecho y el adiós de Messi? La respuesta es que se hubiera hecho sólo si el presidente fuera otro y, por supuesto, Bartomeu. Ambos, Ciria y Duch tienen claro a qué intereses sirven.

Rosell y Bartomeu no fueron acusados
Sobre las pérdidas récord también estuvieron de acuerdo Duch y Ciria, con que el cierre del ejercicio 2020-21 es responsabilidad de la nueva junta, con independencia de lo que diga la Due Dilligence o de lo que cualquier socio quiera reclamar penalmente o civilmente a los miembros de la anterior junta de Josep Maria Bartomeu. Finalmente, sólo para alertar del grado de peligrosidad sobre las mentiras que son proclamadas por este tipo de entornos y de barcelonistas militantes en el ‘laportismo’, ambos volvieron a acusar a Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu de negociar con la fiscalía no ser individualmente condenados por el caso Neymar a cambio de que lo fuera el club.

Tampoco han hecho los deberes, porque la Audiencia Nacional no aceptó la querella contra el ex-presidente Sandro Rosell y, en cambio, llegó a dictar acto de juicio contra el FC Barcelona. Por su parte, Josep Maria Bartomeu -también por una decisión propia y voluntaria de la Audiencia de Barcelona- quedó fuera de la instrucción cuando el caso fue trasladado. Dicho de otro modo, nunca llegaron a ser acusados. En el caso de Rosell, a causa de un recurso sólidamente argumentado y aceptado por la Fiscalía del Estado y, en el caso de Bartomeu, porque la Fiscalía de Barcelona le dejó fuera de la instrucción por propia decisión.

Aunque Marc Duch y Marc Ciria lo desearan profundamente, ni el uno ni el otro, Rosell y Bartomeu, podían ser acusados en esta causa de la que, por otra parte, demostraron un profundo desconocimiento. Algo en su línea de discurso ‘laportista’, fanático y cegado por su obsesión. Como si no fuera posible encontrar los errores de gestión de Bartomeu y también los horrores de Laporta, que ya marcaron su primer mandato y que ahora va lanzado y descontrolado a estrellar el mismo coche por segunda vez.

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