Mientras Leo Messi se presenta en París enterrando cualquier guerra habida con la junta y los ejecutivos que convencieron al presidente Laporta de abortar su renovación, la herida en el Barça abre, en carne viva, porque la prensa, sobre todo, cien por ciento laportista, no es capaz de digerir el gran fracaso presidencial.
Al tiempo que Ronald Koeman se hace a la idea de jugar el primer partido, o quizás toda la temporada, sin Memphis Depay y el resto de los nuevos fichajes, porque el Barça sigue sin poder inscribirlos, el presidente pasa unas vacaciones en Ibiza, despreocupado y ajeno.
Su plan de guerra era enviar la inscripción a la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y que fuera Javier Tebas quien la rechazara. Ahora que no lo necesitan para la pelea, se ha ido de fiesta dejando en manos de los que no querían a Messi la solución a muchos problemas que Joan Laporta ha ido dejando colgados, autocomplaciente, estos últimos meses.
Sea lo que sea lo que diga la auditoría, Josep Maria Bartomeu no será técnicamente el responsable, mucho menos después de impedirle seguir en el cargo la temporada 2020-21 por la presión de un voto de censura también secundado por Joan Laporta.
