Vox irrumpió el 14 de febrero pasado en el Parlament con once diputados. Una cantidad de escaños que ni los mismos dirigentes de la extrema derecha se esperaban. Esto les ha dado un margen de ingresos para el partido y para el grupo parlamentario que ha provocado una avalancha de peticiones de los diputados a los dirigentes de Vox.
Y es que, según afirman fuentes de la formación ultra, gran parte de los diputados han reclamado que se contraten de manera inmediata asesores que los hagan el trabajo sucio. “Algunos se piensan que vendrán a votar a los plenos y poco más, no tienen ganas de trabajar, no esperaban ni ser diputados”, afirma un miembro del grupo parlamentario. De momento, tal como explica el mismo diputado, la formación está limitando el gasto, y hasta que Madrid no autorice las contrataciones, los ultraderechistas parece que tendrán que hacérselo todo solitos y sin asesores.
Lo que sí que parece, pero, es que la visibilidad mediática la continuarán centrando en su jefe de filas, Ignacio Garriga, que ya tiene muy cubierta su cuota de asesores y trabajan con él desde hace tiempos. En un partido como Vox, el líder siempre está muy cubierto.
