Las entrevistas de Joan Laporta se van pareciendo cada vez más unas a otros por sosas y vacías. Ni se desata ni aporta nada, ni una solución a los graves problemas del club ni por supuesto tampoco hace alusiones a su pasado, borrado de la memoria de la mayoría de la prensa. En todo caso, como ocurrió en la decepcionante entrevista en RAC1 de ayer, para recordar que “ya encontramos un panorama pareciendo en 2003”, haciendo referencia en la herencia de Joan Gaspart, en verdad horrible y ruinosa. Pero no le siguió la repregunta lógica y periodísticamente pertinente: ¿Peor que la dejada por Laporta en 2010?
No existe hoy, en este sentido, ningún rastro ni alusión en esta época, borrada de la memoria del periodismo y de la opinión pública en general porque ahora no toca, no es buen momento y solo está permitido evocar los éxitos deportivos del cual, estadística en mano, puede considerarse el tercer mejor mandato de un presidente de la historia del club (2003-2010), porque en títulos y resultados económicos este es el ranking.
Ciertamente este es el balance de Laporta, quien disfrutó del fichaje de Ronaldinho gracias a Sandro Rosell, de Messi gracias a Joan Gaspart y de Josep Guardiola gracias a Evarist Murtra, tres piezas clave en las cuales su primer posicionamiento fue contrario. De hecho, ya había rechazado a Guardiola en su equipo electoral en 2003 y casi lo hace en 2008 porque su junta apostaba por Mourinho o un perfil parecido; también autorizó la cesión de Messi al Espanyol porque Rijkaard no creía en tanto driblin y antes de que Ronaldinho habría llevado a los jugadores que pedía Cruyff, Aymar, Albelda y Ayala del València.
No existe una forma menos cínica de abordar el futuro inmediato del Barça que aludir al final de Gaspart sin admitir que cuando Sandro Rosell entró en el club el 1 de junio de 2010 tuvo que aceptar una oferta por Chygrynsky para poder pagar los atrasos de nóminas de jugadores y empleados. Nunca el futuro se había parecido tanto al pasado como con la amenaza de la vuelta de Laporta.
