14F, 30M… ¿Cuándo?

Nunca habíamos tenido que celebrar unas elecciones bajo los efectos de una pandemia como la que estamos sufriendo. Los tumbos que ha dado la política catalana en los últimos tiempos nos han llevado a que las próximas elecciones al Parlament quedaran fijadas para el 14 de febrero después de que la no designación de un nuevo presidente de la Generalitat obligara a disolver la cámara y se convocaran automáticamente.

El incremento de contagios, ingresos hospitalarios y ocupación de las unidades de cuidados intensivos de los últimos días llevó al gobierno de la Generalitat a suspender la celebración de las elecciones. El vicepresidente del gobierno dictó un decreto donde anunciaba que se celebrarían el 30 de mayo en función de cómo evolucionaran los efectos de la pandemia. Pere Aragonés argumentó que contaba con el apoyo de los partidos políticos, lo que no era cierto. O era cierto en parte. La mayoría de partidos mostró su acuerdo en convocar las elecciones más adelante. Aplazarlas tres meses no era el criterio exhibido por todos los grupos políticos. Dejar la fecha de votación a expensas de la evolución de la pandemia y criterio del gobierno tampoco fue una decisión consensuada.

Mucha gente tiene miedo de ir a votar. También lo tiene para ir a comprar al supermercado o de visita al médico. Todos seguimos las noticias esperando que lleguen algunas buenas. Pero no acaban de llegar. Cuando no es el incremento de los contagios es la amenaza de que no lleguen tantas vacunas como se necesitan o la convicción, con los datos de vacunaciones en las manos, de que no llegarán al 70% de los ciudadanos este verano como anuncia el ministro de Sanidad, Salvador Illa.

Illa está en medio de la polémica por el aplazamiento de las elecciones. Algunos sondeos pre-electorales han detectado que su candidatura a presidir la Generalitat hace mejorar las expectativas de los socialistas en estos comicios. Todo el revuelo que se ha generado en torno a la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, que, de momento, obliga a celebrar las elecciones el 14 de febrero, ¿se habría producido si las formaciones independentistas mantuvieran las buenas perspectivas de voto que habían mantenido hasta hace cuatro días?

Ahora como nunca es necesario que todos los partidos, todos, se pongan de acuerdo para lanzar un mensaje único a la ciudadanía. Quizás este mensaje se puede acoplar a una nueva convocatoria electoral a medio camino entre el 14 de febrero y el 30 de mayo. Se desinfle el efecto Illa o no. Si hay efecto Illa lo habrá ahora y dentro de tres meses. No tildamos de tontos a los electores. Y, sean cuando sean las elecciones, habrá que adoptar medidas de seguridad sanitarias especiales.

Es mucho pedir a la clase política catalana que serene la ciudadanía en vez de generar más crispación y desazón? De los nervios lo estamos todas y todos. Necesitamos confianza y esperanza no gasolina para incendiar aún más la convivencia.

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