Psicopolítica en la política de los conflictos territoriales

Sigmund Freud fue el primero en alertarnos de que las motivaciones humanas y las raíces del deseo y la violencia están influidas por las fuerzas del inconsciente. Hoy en día las conclusiones de muchos expertos y en particular de Vamik D. Volkan son que el análisis de las emociones puede contribuir a la prevención y resolución de los conflictos políticos territoriales.

La primera manifestación política de la existencia de fuerzas no conscientes en conflictos políticos la expuso en1977 Anwar Sadat (entonces primer ministro de Egipto), en un discurso memorable ante la Knéset (la Asamblea del Estado de Israel). Dijo que más allá de las consideraciones políticas, económicas y militares, había barreras psicológicas establecidas por recelos, miedos, rechazos y decepciones que dividían a árabes e israelíes. Estos elementos de tipo psicológico eran los responsables del 70% de los problemas existentes entra las dos naciones. Este discurso es un punto de partida de los estudios de la psicología de los conflictos.

Los conflictos políticos y bélicos no se pueden entender y, por lo tanto, no hay vías de solución pacifica, si sólo se abordan desde la perspectiva política, económica, militar o legal. Hay que contemplar sus raíces en épocas de esplendores o traumas históricos, pérdidas, sentimientos de humillación y venganza y sobre todo las resistencias a la hora de aceptar la realidad presente. Una situación clave tiene lugar cuando los individuos se aferran a la identidad de grupo como una manera de reparar su ego dañado o traumatizado. En estos casos integrarse en un grupo más grande y añadir elementos míticos o heroicos puede ser reconfortante y una pseudo-terapia para resolver deseos frustrados o inalcanzables. En estas circunstancias, el enemigo o el contrincante político se percibe como alguien indeseable y un ser inferior, puesto que mi grupo es superior porque tiene valores que nos hacen superiores.

La confianza ciega en el grupo y sus líderes hace que se sigan fielmente las directrices y consignas, dejando de lado cualquier consideración razonable, racional o incluso positiva para la propia sociedad. Las fantasías idealizadas como la madre patria y la tierra curan las heridas y aportan los fundamentos para una nueva identidad, superior moralmente y factualmente. A partir de este momento, las falsedades, violencia y reacciones maníacas mantendrán encendidas las llamas de una nueva identidad, idealizada y esencialista, contra la que no hay espacio para el diálogo, la entente o la razón. O te integras sumisamente o estás excluido para siempre jamás y ya no eres del grupo. Una vez más la Historia se repite, esta vez en el escenario de una Catalunya antaño prestigiada que ahora corre el riesgo de desaparecer. Después de periodos de victimización constantes y repetitivos es muy fácil caer en el sentimiento de superioridad.

Si se quiere avanzar en la resolución del conflicto catalán, es inevitable escuchar a los independentistas, pero al mismo tiempo hay que exigir que nos escuchen a los que no lo somos y argumenten y analicen las consecuencias de sus propuestas. En política, resulta peligroso guiarse por ensueños y dejar de lado el análisis de la realidad. Las ilusiones y fantasías pueden ser motores para configurar las aspiraciones y aproximarnos a la realidad, pero hay que ser consciente de lo que significan, de donde vienen y donde nos llevan. En política, tener sentido de la realidad, prever las consecuencias de las decisiones y explicarlas a la ciudadanía es una exigencia irrenunciable. Es irresponsable y nefasto crear situaciones que sólo existen en el inconsciente o son quimeras. A las sociedades avanzadas y eficientes no les hacen falta ciudadanos submisos ni personajes míticos. Tenemos suficiente con una ciudadanía que analice y cuestione la totalidad de las propuestas políticas de manera honesta, razonada y realista.

Poner encima de la mesa negociadora planteamientos como agravios históricos, reivindicaciones de derechos históricos son hechos o fantasías del pasado que impiden centrarse en los hechos y necesidades presentes o en aspiraciones del futuro. La repetición compulsiva de estos elementos difícilmente podrá resolver el conflicto actual. Si estáis interesados en profundizar en estos temas, el libro que lo hace admirablemente es: Psicología de las sociedades en conflicto, Vamik. D. Volkan. Herder, 2018.

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