Las tres crisis de Donald Trump

George Floyd ya está en el cementerio de Houston. Y, tras él queda el rastro de un país que ha terminado dividido entre aquellos que han condenado abiertamente el racismo y quienes han hecho seguidismo de Donald Trump. Pero, sobre todo, se abre una precampaña y campaña electoral para las próximas presidenciales de noviembre que tendrá –decía Antoni Bassas en una conferencia en la UVic-UCC– aires de House of cardos.

Donald Trump se fiaba de la salud económica de Estados Unidos para afrontar una campaña a la reelección al estilo de un paseo militar. Porque, ya sabemos que si la Casa Blanca puede mantener la economía estable, esto se convierte en uno de los principales triunfos de la administración. La cultura norteamericana hace del progreso económico un ideal y un objetivo, y cuando se alinean hay poco que decir y de qué quejarse. De hecho, por eso, tanto sólo producirse la llegada de la pandemia de la Covid-19 Trump puso sobre la mesa una inyección billonaria para intentar salvar los muebles y hacer que la economía no dejase de funcionar. En febrero de 2020, el Presidente llevó al Senado una propuesta para poner a disposición de los ciudadanos un billón de dólares para capear el futuro temporal.

Pero, en una sociedad donde no hay estado del bienestar que permita garantizar un mínimo común denominador a la ciudadanía, la pandemia ha acentuado las diferencias de clase, que en los Estados Unidos también acaban siendo diferencias raciales. Hay muchos más afroamericanos que viven en el umbral de la pobreza, y este ha sido también uno de los colectivos más golpeados. Las ciudades de Nueva York o Chicago han sido un claro ejemplo de ello: tan sólo empezar a aterrizar el SARS-CoV-2 en Estados Unidos, en Nueva York casi el 30% de los afectados por el virus era de origen afroamericano, mientras que en Chicago llegaban al 50%. En Chicago, de hecho, representaron el 72% de las muertes.

A la carencia de un sistema de salud público que garantice unos mínimos, de unas pólizas médicas sujetas a los contratos laborales, se añade también la brutalidad policial descargada contra los afroamericanos. El racismo no ha desaparecido de la sociedad norteamericana, incluso donde murió Floyd, en Minnesota, donde se decía que era uno de los estados con más calidad de vida: el 60% de los disparos de la policía de este estado entre 2009 y 2019 fueron dirigidos a negros.

Así pues, a falta de cuatro meses para las elecciones, Trump se enfrenta a tres crisis. Por un lado, la racial, que ha llevado a inflamar las calles de la misma capital y a hacer que el presidente se refugie en un populismo presidencial que dibuja una sociedad maniquea. Por otro lado, la sanitaria y la económica, que se traducen en más de dos millones de personas infectadas, unos 40 millones de parados y una caída de la economía del 5% del PIB. Trump fiaba la reelección a la bonanza económica, pero ya ha visto que difícilmente podrá jugar esta carta durante una campaña electoral que, ahora mismo, se presenta mucho más competitiva de lo que se pensaban los estrategas de su rival, el demócrata Joe Biden. De hecho, incluso el líder opositor avanza a Trump en los sondeos (48% a 42%). Y, a pesar de que cuatro meses son una eternidad en política, posiblemente nunca el GOP se había pensado que podría tener la reelección tan complicada.

La lectura de la biografía de Trump –recomendable la de David C. Johnston– nos radiografía un personaje que no sabe perder. "Si no gana, no juega", sintetizaba Antoni Bassas en la UVic-UCC, que fue corresponsal en Estados Unidos. Y, ahora mismo, parece que el presidente sólo se puede refugiar preparando una campaña radicalizada y reaccionaría, que vuelva a infundir el miedo en el cuerpo de las clases medias y blancas que ven en estas tres crisis (sanitaria, económica y racial) el fantasma que ponga en riesgo un modelo de vida tradicional y tradicionalista. Explicaba Bassas en su conferencia en la Universidad que la sociedad norteamericana es aquella que "puede votar contra sus intereses, a pesar de que esto le permita mantener sus ideales". Y, esto buscará Trump.

De hecho, concluía: "La clase media se informa básicamente por televisión, pero es una televisión privada que responde a intereses privados. Es muy difícil hacer un debate en condiciones sobre sanidad o cambio climático si farmacéuticas o petroleras son los anunciantes. La sociedad americana, si bien políticamente está atacada por el virus de la ultraderecha basado en medias mentiras y el miedo, el caldo de cultivo es mucho más profundo por la inexistencia de unos principios de solidaridad elementales cómo son los del estado del bienestar".

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