Federalizando Europa

 

La pandemia del coronavirus no sólo ha puesto en crisis la salud de la humanidad sino también la forma de gobierno regional y mundial. Ante una amenaza global se hace necesaria la interdependencia para encontrar soluciones y todas las independencias, exclusiones y estados que miran sólo hacia su interior están quedando obsoletos con la misma rapidez que se propaga el virus.

Los problemas complejos exigen gobiernos compartidos y federales. Cuando un virus no tiene fronteras, no tiene mucho sentido la reclusión en los estados nación, y los cierres de fronteras. Aunque la primera reacción ante el peligro intangible fue cerrar fronteras, las consecuencias económicas y sociales de la alta mortalidad y del cierre de actividades por el confinamiento necesitará soluciones supranacionales, incluso soluciones a nivel mundial. Por todo ello Europa se enfrenta a una gran encrucijada. 

Se cumple este año el 70 aniversario de la declaración Schuman que dio lugar a la primera experiencia de integración política y económica supranacional exitosa de la historia, que pasó de un conflicto bélico entre naciones a una unión de estados soberanos. Pero la cesión de soberanía y la construcción de un espacio común ha costado mucho, y todavía entorpece la creación de un verdadero espacio político, económico y social europeo. Sólo la cesión de soberanía permitirá el avance de la construcción democrática de Europa.

¿Qué tiene de mágica la palabra soberanía para lograr entorpecer la necesaria colaboración en la solución de problemas que afectan por igual a toda una población? ¿De dónde viene la palabra soberano? Soberano es el sujeto cuyo poder depende de Dios.  Es, en realidad, un sujeto teológico. Para Hobbes, la soberanía es una imitación literal del poder de Dios. La soberanía no es meramente un poder superior o supremo, sino un poder que somete colectivamente a sus súbditos por su majestad y poderío. Desde sus inicios la soberanía de los estados estaba asociada a la superioridad. Soberano era estar por encima de otro, para dominarlo, destruirlo o gobernarlo según sus directrices. Pero en pleno siglo XXI, Zygmunt Baugman es demoledor:” la soberanía es un concepto zombi, está muerta, pero hace ver que está viva, Ningún estado soberano puede hacer lo que quiere”. Quizás la palabra soberanía estimula corazones y sentimientos, e intenta recoger votos, pero vive más en la imaginación que en la realidad.

El futuro de la lucha contra las amenazas globales, sean las pandemias, el cambio climático o el incremento de las desigualdades sociales hace necesario el ejercicio de gobiernos compartidos a todos los niveles, menos soberanos y más federados, por ser la fórmula que mejor permite ejercer el autogobierno y al mismo tiempo la solidaridad de especie humana.

Para conseguirlo, el manifiesto del 9 de mayo de la Unión de Europeístas y Federalistas de España y del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo propone colaborar en el gran salto federal de la Unión Europea. Conseguir la Conferencia sobre el Futuro de Europa, con una agenda de reformas políticas que desemboque en una reforma profunda de los Tratados con vocación Federal: “ Dar respuestas a las crisis sanitarias globales, completar la arquitectura del euro, establecer una fiscalidad al nivel de toda la UE, constitucionalizar el pilar social y la transición ecológica, avanzar en la agenda digital, fortalecer nuestro sistema de toma de decisiones, acabar con la paralizante regla de unanimidad en el Consejo de la Unión y en el Consejo Europeo, y dotar de mayor ámbito de codecisión al Parlamento Europeo, desarrollando el derecho de iniciativa de esta institución y sus competencias en investigación, son reformas apremiantes que necesitan una reforma de los Tratados”. Y el enfrentamiento a las pandemias y otras amenazas globales hacen estas reformas urgentes.

Como dijo Albert Camus, el mejor analista de las actitudes humanas ante las pestes, en el discurso de aceptación del premio Nobel de Literatura en Suecia: “Ante un mundo amenazado de desintegración.. esta generación sabe que debería restaurar entre las naciones una paz que no sea la de la servidumbre, reconciliar de nuevo el trabajo y la cultura, y rehacer con todos los hombres un arca de la alianza.”

La Europa Federal puede ser la base institucional del arca de la alianza del siglo XXI.

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