Que el señor nos libre de los falsos profetas

Ahora, aprovechando también la pandemia, el sector privado de negocio con la enfermedad de las personas, ataca de nuevo con la falsa necesidad y bondad de la llamada colaboración público-privado. Tendremos a partir de ahora una gran ofensiva para hacernos olvidar que el propio capital y el neoliberalismo han matado su gallina de los huevos de oro (sobre todo se ha hecho evidente en las residencias geriátricas privadas, financiadas con dinero público)

El mantra repetido de que lo privado es más eficiente que lo público ya no es sostenible. Recordemos que la efectividad de un procedimiento es la suma de eficacia y eficiencia: conseguir unos buenos resultados en salud con la cantidad de recursos adecuados. Librémonos de los falsos profetas, porque "por sus actos los conoceréis" no por lo que dicen, ni por sus mentiras.

Y esto se consigue mejor, además de mayor equidad y universalidad, con un sistema público que no con uno privado, de lucro, que a igual calidad tiene que repartir beneficios a los accionistas, si no se acaba el negocio y el negocio, con los recursos de los conciertos públicos, se mantiene a base de precarizar las plantillas de personal y sus condiciones laborales, además de otros servicios (limpieza, estructura, alimentación, etc)

Por eso nos reafirmamos en lo que decíamos hace tiempo en EL TRIANGLE: "porque los servicios de salud tienen que ser públicos".

Que no hace falta ir a la privada. Lo que hace falta es mejorar algunos problemas de la pública, limitada todavía hoy por trabas burocráticas, centralismo y carencia de autonomía de centros y profesionales

Mejorando el Instituto Catalán de la Salud (ICS) estamos defendiendo el núcleo vertebrador de la sanidad pública de Catalunya. Hay que aprovechar los tiempos de cambio hacia una "nueva normalidad"

El ICS tiene un problema de carencia de instrumentos de gestión que mejoren su eficiencia. Tiene las limitaciones históricas desde su creación de un presupuesto administrativo que da muy poca capacidad y agilidad a la gestión de la sanidad. La gestión de personal con criterios funcionariales anticuados tampoco ayuda.El ICS tiene una visión muy centrada en la propia institución y sus dinámicas internas administrativas, con carencia de autonomía de gestión, tanto territorial como de centros y de profesionales, y con una dirección demasiado centralizada.

El troceo del ICS, reivindicación histórica de la patronal privada del sector sanitario, sería el principio del hundimiento de los principales valores de nuestro sistema sanitario público. De su nivel de equidad, superior a muchos otros de los países de nuestro entorno. De su calidad. Del modelo de Sistema Nacional de Salud integral muy superior en resultados de salud. Y supondría perder su carácter totalmente público.

En otros sectores cuando se quiere eficiencia y estabilidad las empresas se fusionan y también hay evidencia de que el minifundismo empresarial en la sanidad catalana concertada ha sido negativo para la reducción de costes del conjunto del sistema. Ha frenado mucho y de forma tan negativa como explícitamente intencionada las posibilidades de sinergias (unificación de compras, sistemas de información, logística).

Esta situación, de modelo no integral, y heterogéneo jurídica y funcionalmente, ha frenado la transparencia y ha favorecido el lucro y la corrupción de unos cuántos, incluso de forma perversa, con el objetivo de esconder donde había costes injustificados y sobrefinanciación pública de lo que se han beneficiado sus responsables.

En definitiva, tenemos que hacer y hoy se puede hacer un Sistema Público eficiente y de mayor calidad, con más transparencia, autonomía de gestión de territorios, centros y equipos profesionales dentro de los valores y recursos que el Parlament les dé, y no se tiene que caer en la trampa de ir a refugiarse en las entidades privadas de negocio con la triste excusa de la eficiencia. Cómo se ha demostrado en la pandemia esto no era verdad.

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