La batalla interna en el movimiento independentista es evidente, se hace pública día sí y día también, y se extiende como una mancha de aceite a todos los niveles. Tanto es así que esta guerra ha llegado a ensuciar incluso las relaciones entre los líderes soberanistas que están encarcelados en Lledoners. La última discusión grave sobre cómo se tenía que aplicar la suspensión decretada por el juez Pablo Llarena a los diputados presos se saldó con un pacto que JxCat y ERC interpretaron de forma muy diferente.
Pero días antes, cuando parecía que estaba todo cerrado, los portavoces de las dos fuerzas políticas explicaban con orgullo que habían llegado a un acuerdo después de invertir mucho esfuerzo. Parte de este esfuerzo, de hecho, consistió en pasar horas y horas con dirigentes de los dos grupos reunidos en la prisión de Lledoners con los diputados presos Oriol Junqueras, Josep Rull, Raül Romeva, Jordi Sánchez y Jordi Turull. Al fin y al cabo, son los afectados.
Pero fuentes de los partidos no dudan en admitir que la mala relación entre ERC y JxCat ha llegado a afectar a los presos. Hasta el punto que incluso explican un episodio dentro de la prisión donde los gritos de Sánchez a Junqueras atravesaban los muros. Las diferencias en la estrategia a seguir son más que evidentes, pero lo que no parecía era que esto acabaría embadurnando unas personas que están sufriendo las consecuencias más graves, privadas de libertad. Y explican fuentes muy informadas por los pasillos del Parlament que la tensión es tal que entre los mismos presos ha hecho mella una cierta mala relación y, cuando coinciden, hablan poco entre ellos.
