El lema con el que se inició el encierro de inmigrantes en la Escuela Massana de Barcelona para reclamar el reconocimiento de sus derechos era «El racismo nos encierra». La acción comenzó el 21 de abril. Un mes después al lema inicial se ha añadido otro: «El racismo nos mata».
Efectivamente, el racismo mata. Lo pone en evidencia el informe Los efectos letales de perder la cobertura sanitaria, elaborado por el Instituto de Economía de la Universidad de Barcelona y el Centro de Economía y Salud de la Universidad Pompeu Fabra. Presentado hace unas semanas, este informe llega a la conclusión de que el decreto del gobierno de Mariano Rajoy que dejó sin cobertura sanitaria total a las personas en situación considerada irregular ha tenido como consecuencia que la mortalidad de estas personas aumentara un 15% entre los años 2012, cuando entró en vigor esta norma, y 2015.
Tal cual. Hay decisiones políticas que matan a gente. No es necesario declarar guerras o disparar contra gente indefensa como ha hecho el ejército israelí los últimos días. Hay decretos gubernamentales que también acaban quitando vidas.
Para defender los derechos de las personas inmigrantes y refugiadas se ha convocado una manifestación el próximo domingo. Estarán las que están encerradas en la Escuela Massana y, también, las que han organizado otro encierro en la iglesia del Sagrado Corazón, en el barrio del Poblenou, también en Barcelona.
Esta protesta coincide con la firma de un acuerdo de gobierno en Italia entre la Liga y el Movimiento Cinco Estrellas que incluye la expulsión de medio millón de inmigrantes. En el camino a Italia muchos de estos inmigrantes se jugaron la vida. Muchos se la dejaron en el Mediterráneo.
El racismo y la insolidaridad matan. En muchos países de Europa. En la manifestación del domingo hay que gritarlo muy fuerte. En todos los idiomas que sea necesario. Y poner nombres y apellidos a los culpables de estas muertes para echárselo en cara y exigirles responsabilidades.
