Esclat revienta el tejido comercial de Cataluña

Sus enormes superficies son como "bombas atómicas"
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Si hay una empresa catalana que ha salido especialmente beneficiada con el proceso independentista ésta es el grupo de distribución Bon Preu, que dirige Joan Font. A pesar de las envenenadas disputas que mantiene con su hermano Josep por el reparto de los beneficios y de las acciones (véase EL TRIANGLE n. 1285), Joan Font ha emprendido, en los últimos meses, una fortísima expansión de su red de supermercados Bon Preu y de hipermercados de la insignia Esclat.

El grupo ya roza los 1.200 millones de euros de facturación y el pasado mes de octubre anunció una inversión de 200 millones de euros en los próximos dos años para abrir 27 nuevos establecimientos comerciales. En la actualidad, Bon Preu-Esclat tiene 216 súpers e hípers en Cataluña, con una plantilla de 6.400 trabajadores. Joan Font se proclama abiertamente independentista y sus comercios juegan a fondo la carta de la catalanidad como imagen de marca.

Además de ser co-propietario con su hermano del grupo de distribución, este empresario también es uno de los inversores de referencia de la compañía catalana de telefonía Parlem, que ha hecho del amarillo su color corporativo. Pero su compromiso con la causa independentista va más lejos: según informaciones recabadas por EL TRIANGLE de fuentes altamente fiables, Joan Font habría sido la persona que pagó, en efectivo, los 100.000 euros que costaron la compra y la importación de las urnas, fabricadas en China, que se utilizaron para la celebración del referéndum del pasado 1 de octubre.


La estrategia comercial que está desplegando Joan Font pasa, en la actualidad, por potenciar la apertura de macrocentros de la marca Esclat, que acostumbran a tener como anexo gasolineras low cost de la enseña Esclat Oil, en ciudades medianas de Cataluña. Se trata de hipermercados que tienen unos 4.000 metros cuadrados de sala de ventas, además de un gran parking. Para hacernos una idea, los supermercados de la cadena Mercadona tienen una superficie standard de alrededor 1.500 metros cuadrados.

Por lo tanto, los hípers Esclat, ubicados en ciudades con un tejido comercial local muy arraigado, son como «bombas atómicas» que amenazan con crear un enorme desierto a su alrededor. Durante el año 2017 se abrieron cinco de este tipo en Castellbisbal, Reus, Tàrrega, Tortosa y Lliçà d’Amunt. En las comarcas gerundenses hay, actualmente, dos en construcción: el de Lloret de Mar (Porta Lloret) y el de Girona Sur, que obtuvo la preciada licencia municipal de obras el pasado 9 de enero. Las obras se están haciendo a toda pastilla y se prevé que estos dos hipermercados abran el próximo mes de noviembre.

La inexistencia del Parlamento y la carencia de gobierno efectivo en la Generalitat hacen que las autorizaciones de estos agresivos e invasivos macrocentros comerciales que promueve Joan Font pasen sin ningún tipo de debate público ni de discusión política, a pesar del gran malestar que provocan entre los comerciantes de las ciudades afectadas.

Sin embargo, en Igualada se ha encontrado con una piedra en el zapato. El Ayuntamiento, que preside con mayoría absoluta Marc Castells (CDC/PDECat), ha puesto en marcha una operación de recalificación urbanística de la antigua fábrica Vives Vidal para instalar un enorme hipermercado. Esclat de 4.200 metros cuadrados. Los comerciantes, con el apoyo de todos los partidos políticos de la oposición, han hecho frente a este chanchullo (véase EL TRIANGLE n. 1288) y han presentado alegaciones a esta recalificación, hecha a medida de los intereses de Joan Font.

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